Miguel Ángel Vargas Q.
*** La feria de los números
*** La marcha
Mientras que, para el achichincle de Claudia Sheinbaum, Jefa del Gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres, a la marcha del domingo asistieron entre 10 y 12 mil manifestantes y para el ex director del CISEN, Guillermo Valdez, fueron 640 mil, el recién festejado cumpleañero, Andrés Manuel López Obrador aseguró que, “…. No hubieran llenado el Zócalo…” “…. Que se llena con 125 mil…”, “…. No llegaron a 50 máximo a 60 mil…”, dijo en su conferencia mañanera el lunes evidentemente molesto porque él sabe perfectamente bien que las expectativas de asistencia y participación fueron rebasadas, y por mucho.
Y eso que el presidente solamente se refirió a la participación que se registró en la ciudad de México, olvidando que manifestaciones en favor del INE y en contra de su iniciativa de reforma electoral, las hubo a lo largo y ancho del territorio nacional, en por lo menos 64 ciudades del país, más las que tuvieron lugar en el extranjero.
Quedó claro que los mexicanos no queremos ni aceptamos que se modifique de manera regresiva el Instituto Nacional Electoral (INE), porque lo que se propone en la iniciativa de López Obrador es que esta institución se borre para crear un organismo electoral como la que manejó Manuel Bartlett Díaz aquel 1988 cuando se le “cayó el sistema”, y “derrotaron” al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano que abanderó al Frente Democrático Nacional (FDN), al que llegó a pertenecer quien ahora quiere someter a los árbitros electorales nacional y estatales, a su caprichosa decisión como ha hecho con la desdibujada Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
También debió quedar claro que los mexicanos, los de la provincia de los 32 estados que conformamos la República Mexicana, estamos a favor de los Organismos Político Electorales, (OPLES), en Durango Instituto Electoral y de Participación Ciudadana (IEPC)
Sin embargo, queda en la mesa de la discusión la otra parte de la reforma electoral. Por ejemplo, el número de diputados federales y de senadores de la República. La gran mayoría de los mexicanos demandamos una nueva conformación de las cámaras del Congreso de la Unión, en donde desaparezca el influyentismo y los juniors de los asientos plurinominales de ambas cámaras. Que esos espacios sean para expertos y verdaderos representantes de las minorías, como lo marcó la reforma de Don Jesús Reyes Heroles.
También debe revisarse y reformarse el tema relativo a las prerrogativas a los partidos políticos, los apoyos económicos para las campañas de los candidatos, que a todos nos parecen excesivos, deben racionarse y TRANSPARENTARSE mediante la rendición pública de sus gastos porque finalmente son recursos públicos, suyos y míos.
Los tiempos de campaña también deben revisarse porque, por ejemplo, los aspirantes a la presidencia de la República por Morena, ya están en campaña recorriendo ciudades del territorio nacional utilizando recursos que bien pueden ser públicos, sacados de las arcas de los gobiernos o dependencias de las que son titulares. De lo contrario, que demuestren su origen y licitud porque también pueden estar utilizando dineros mal habidos, lo que no sería una práctica nueva y exclusiva de Morena.
No dudamos que se requiera una reforma electoral, pero nada que ver con la que propone Andrés Manuel López Obrador y promueve Morena.
Ocurrencias como la forma en que propone se elijan a los consejeros del INE (que dejarían de llamarse así), mediante el voto universal en candidatos postulados por los poderes federales Legislativo, Judicial y Ejecutivo, en donde AMLO tiene mayoría, y por ende serían SUS CONSEJEROS. Además, esa forma de elegirlos, discrimina a las minorías que no estarían representadas.
Las manifestaciones del domingo, además de hacer enojar al tabasqueño huésped de Palacio Nacional, demostraron que el INE seguirá siendo el árbitro de las elecciones en el país y que los OPLES seguirán organizando los procesos en los estados.
