Por qué Europa prohibiría el bisfenol A, una sustancia que está en envases de bebidas y alimentos

Christian Ramirez
Christian Ramirez 28/08/2023
Updated 2023/08/28 at 9:31 PM

Infobae

El bisfenol A es una sustancia química industrial que se usa para fabricar plásticos y resinas desde la década de 1950. Se encuentra en plásticos de policarbonato y resinas epoxídicas, que se emplean en recipientes que almacenan alimentos y bebidas, como las botellas de agua, entre otros.

Los efectos negativos de esta sustancia sobre la salud han formado parte del debate público y científico. Es que actúa como un disruptor endocrino y altera el organismo. Ahora, la Comisión Europea planea prohibir el bisfenol A.

En 2015, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) había establecido una ingesta diaria tolerable temporal de la sustancia, pero había destacado que faltaba contar con datos adicionales sobre los efectos toxicológicos con respecto al riesgo de su presencia en los alimentos que estuvieran en envases plásticos.

En abril pasado la EFSA hizo una revisión y estableció umbrales 20.000 veces inferiores en la ingesta diaria tolerable. Ahora prácticamente cualquier ingesta -aunque sea muy pequeña- está considerada “un riesgo para la salud”. Para tomar esa decisión se basó en estudios realizados en la Argentina y otros países.

“No solo los envases de plástico de tipo policarbonato tienen bisfenol A. También hay concentraciones de la sustancia en los sellantes odontológicos. Se encuentra en las latas de conserva que están pintadas con pintura para evitar que se oxiden o en la tinta de las impresoras”, dijo a Infobae el doctor Enrique Luque, del Instituto de Salud y Ambiente del Litoral, que depende del Conicet.

Asimismo, quien además pertenece a la Universidad Nacional del Litoral en la Argentina, resaltó: “Es tan amplia la gama de productos con la sustancia, que más del 90% de los seres humanos tienen concentraciones de bisfenol en la orina. Todos estamos contaminados con bisfenol A”. Luque y su equipo hicieron los estudios en los que se basó la EFSA.

Los expertos de la Agencia Europea tuvieron en cuenta las nuevas pruebas científicas evaluadas. Establecieron una ingesta diaria temporal de 0,2 nanogramos (2 mil millonésimas de gramo) por kilogramo de peso corporal al día, en sustitución del nivel temporal anterior de 4 microgramos (4 millonésimas de gramo) por kilogramo de peso corporal al día. Es decir, la ingesta diaria tolerable es aproximadamente 20.000 veces menor que antes.

Luego los expertos compararon el nuevo nivel de ingesta diaria tolerable con las estimaciones de la exposición de los consumidores al bisfenol en los alimentos. Concluyeron que las personas de todos los grupos de edad con una exposición media y elevada a la sustancia superan la nueva ingesta diaria tolerable, un motivo de inquietud en materia de salud.

Los riesgos de la ingesta del bisfenol no son inmediatos ni se traducen necesariamente en el desarrollo de enfermedades. Pero una exposición continua aumenta el riesgo de desarrollarlas, aunque no está cuantificado exactamente en qué medida.

El documento de los expertos advirtió de los peligros y pidió su retirada, ya que “la población general de todos los grupos de edad está expuesta a niveles que exceden en dos o tres órdenes de magnitud [cientos o miles de veces] la ingesta diaria tolerable”.

Antes, una persona de 70 kilos podía comer cada día la cantidad de bisfenol que tienen 75 latas de atún. Ahora, con la nueva medida de ingesta tolerable diaria en Europa, con una sola lata que se consuma ya se supera en 264 veces el nivel seguro.

De acuerdo con Ángel Nadal, catedrático de Fisiología en la Universidad Miguel Hernández de Elche, en España, hoy es casi imposible evitar el consumo excesivo de bisfenol. Pero recomendó limitar la ingesta de alimentos que están envasados con ese producto.

“Es especialmente importante en embarazadas y niños de hasta tres años, que son más susceptibles al daño que pueden producir. Los disruptores endocrinos alteran la expresión de los genes y en esta fase se produce la mayor expresión génica”, señaló. En los adultos, la ingesta de bisfenol A se ha asociado con obesidad, diabetes, cáncer de mama y autismo.

Tras el informe de la EFSA, la Comisión Europea se puso a trabajar para prohibir la sustancia. Elaborará un plan de acción para el primer trimestre de 2024. Para ponerlo en práctica, será necesaria una alternativa segura al bisfenol A. Existen otros plásticos que se están empezando a estudiar y que no presentan efectos estrogénicos.

Hoy, se sabe que el bisfenol A puede migrar en cantidades pequeñas desde un recipiente hacia la comida o la bebida que contiene. También las personas pueden estar expuestas a través de productos no alimenticios como juguetes o papel térmico (el ticket de la caja del supermercado, por ejemplo).

“Desafortunadamente el bisfenol es un contaminante ubicuo”, dijo Martí Nadal, investigador en Tecnatox, un centro de investigación de la Universidad Rovira i Virgili en Reus, España, donde estudió la presencia de la sustancia en ropa de bebés y embarazadas, y en alimentos enlatados.

“Parece que la ingesta a través de los alimentos es la [vía de exposición] más importante, pero no podemos menospreciar las otras”, agregó en diálogo con SMC España.

Muchos científicos han expresado su frustración por lo que consideran lentitud o falta de acción: la Endocrine Society, la European Society of Endocrinology y otros grupos pidieron a la Comisión Europea que presente una propuesta legislativa.

Consultada por Infobae, la científica del Instituto de Biología y Medicina Experimental (IBYME) del Conicet en Argentina, Marina Fernández, dijo que el bisfenol A, también conocido por su sigla BPA, fue encontrado en fluidos humanos y en la lecha materna, con lo que los niños pequeños pueden estar expuestos.

“En el laboratorio publicamos, hace ya algunos años, que la exposición neonatal de ratas al bisfenol puede causar alteraciones endocrinas que simulan el ovario poliquístico en la adultez. Otros autores publicaron que produce pubertad precoz, alteraciones en la diferenciación del cerebro, y puede predisponer a la obesidad”.

Es crucial -opinó Fernández- “que se sepa la composición de los plásticos para saber a qué se expone cada persona y para proteger la economía circular y la salud de las personas”.

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