Texto y fotos: Geraldo Rosales
Durango, Dgo.
Hablar de arte sacro en Durango, es hablar de toda una riqueza histórica y valiosa, sobre todo en pinturas y retablos que datan del siglo XVII y que hoy son unas valiosas obras de arte a la vista de quienes visitan los templos de nuestra ciudad, sobre todo las del centro histórico; sin olvidar la grandeza de las iglesias de los municipios, algunas de ellas consideradas como patrimonio cultural.
Imágenes pintadas en particular sobre la vida de Cristo, fueron los elementos que utilizó la iglesia católica para evangelizar no solo a la población indígena, sino también a católicos durante el Virreinato en la Nueva España, las cuales se convirtieron en ventanas para la religión y con el paso se han quedado como obras de arte, las cuales son admiradas y veneradoras por muchas generaciones.
Según la historia, cuando llegaron los primeros misioneros hubo gran hincapié en mostrar la vida de Jesús, la pasión de Cristo y la vida de la Virgen María, estas fueron plasmadas en pintura, cada obra religiosa exalta sus propias devociones, a lo largo de los siglos, la Iglesia canonizó nuevos santos y desde luego, cada orden religiosa va a exaltar en sus altares a esos nuevos santos. Dar a conocer cómo Cristo se había inmolado en una cruz, cómo Dios mismo en segunda persona que es Cristo, había sido sacrificado en una cruz para la redención de los hombres, era parte de los temas centrales para este proceso de evangelización.
La Catedral, el templo de San Agustín, San Juanita de los Lagos y el templo de Santa Anna muestran pinturas antiguas tanto en marcos como en la misma pared, algunas de ellas firmadas por Juan Correa quien nació en la Ciudad de México en 1646 y murió en 1716, pintor novohispano que estuvo activo entre 1676 y 1739 y su obra es tanto de temas religiosos como profanos.
El tradicional viacrucis que no puede faltar en las iglesias, ángeles, vírgenes, rostros de Cristo y pasajes como La anunciación a María son motivos que resaltan en estos templos, sobre todo en Catedral, en sus cúpulas, donde en ocasiones no nos detenemos a observarla, algunas por el paso de los años se ven deterioradas, pero son de gran valor tanto espiritual como histórico.
UN MUSEO DE ARTE SACRO EN DURANGO
La Galería Episcopal localizada en el interior de la propia Catedral, conserva una gran herencia religiosa que mediante el arte sacro heredó a los duranguenses una exquisita colección que incluye reliquias como la del Señor del Mezquital (un cristo de caña del siglo XVI), un imponente tenebrario de ébano del siglo XVIII, una monumental custodia, pinturas al óleo y una serie de 63 enormes libros corales, a este valioso tesoro se agregan cálices, muebles y esculturas de santos, entre muchas otras piezas únicas.
La galería también resguarda en una de sus salas, las pinturas de los arzobispos de Durango, por mencionar solo algunos están Santiago Zubiría y Manzanera, Francisco Mendoza y Herrera, Antonio López Aviña, así como José Trinidad y Medel y el actual Héctor González Martínez.
El museo cuenta también cuenta con una colección de viacrucis la cual es permanente y fue donada por la Familia Garcinava. La obra perteneció a la Hacienda de la Zarca a principios de los siglos XX ubicada cerca del estado de Chihuahua; “Viacrucis” está formada por 14 obras pintadas al óleo y firmadas por Juan Francisco Flores, quien también realizó óleos que se encuentran en el templo de Santa Ana de esta ciudad capital.
NOMBRE DE DIOS Y EL CUADRO DE ÁNIMA
Nombre de Dios, segundo lugar mencionado en la declaratoria de la UNESCO como patrimonio cultural de la humanidad, conserva grandes riquezas arquitectónicas y de un gran valor histórico como el templo Dulce Nombre de Jesús o el templo de Jesús, que se ubica en lo que se conocía como el “Barrio de los Purépechas”, los españoles cuando llegaron traían mano de obra purépecha y tlaxcalteca, la tradición inició con la fundación de la cofradía del Dulce Nombre de Jesús en el pueblo de indios, de lo que se le conoce como San Francisco de Malpaís.
Su rico arte sacro se puede apreciar a simple vista destacando en una de sus paredes laterales el cuadro de Ánimas, uno de los grandes tesoros que guarda este lugar, mural en tela monumental traído desde España por Uraján de Luna, que muere asesinado de un golpe en la cabeza y que su calavera (cráneo) aún se conserva en este recinto.
El templo cuenta también con un sinnúmero de interesantes obras de arte, incluyendo la calavera del indígena Uraján de Luna y al centro un nazareno, el cual es contemporáneo al que existe en el templo de San Agustín, vestido de rojo sin la cruz, pero con ese rostro que muestra amor, tristeza y misericordia, custodiado por ángeles y otros santos.