José Miguel Castro Carrillo
Los transgénicos son organismos modificados mediante ingeniería genética en los que se han introducido uno o varios genes de otras especies. El caso del maíz es particularmente importante para México por ser el centro del origen y de la diversidad de este cultivo, con lo cual la introducción de una gran variedad transgénica afectara la reproducción y el manejo libre de las semillas nativas.
Las variedades silvestres podrían contaminarse, pues el maíz es una planta de alta polinización, el viento y los insectos transportan fácilmente el grano de polen de la espiga al estigma.
Adoptar semillas genéticamente modificadas para la producción maicera implica tanto afectar el ambiente por el flujo de genes con maíces nativos como profundizar la dependencia tecnológica. Estos efectos adversos no se compensan con los posibles beneficios.
En nuestro país, el abasto de maíz blanco para consumo humano está garantizado con la producción nacional; las importaciones que se realizan son fundamentalmente de maíz amarillo, destinado a la producción pecuaria y de la industria alimentaria.
Hoy, el maíz es el cereal más importante en el mundo, pues en prácticamente todo el mundo se siembra maíz para consumo humano y animal, pues se adapta fácilmente a regiones tropicales subtropicales y templadas, con una cosecha de 1,100 millones de toneladas al año, rebasando por más de 300 millones de toneladas al trigo y al arroz. Un mexicano en promedio consume 80 kilogramos de maíz al año, principalmente en forma de tortilla.
En el año 2013, el gobierno de nuestro país estuvo a punto de otorgar 62 permisos de siembra de maíz genéticamente modificado, solicitados por las empresas Monsanto-Bayer, Dow Agrosciences de México, PHI México y Syngenta Agro, mientras que organizaciones de la sociedad civil se opusieron debido a la falta de comprobación de contaminación, lo que sigue en discusión hasta hoy en día.
La domesticación del maíz data de hace 8,000 años cuando las primeras poblaciones mesoamericanas fueron modificando el teocintle, su pariente silvestre, por medio de la agricultura, y la práctica ancestral podría desaparecer.
El maíz fue declarado un alimento fundamental en la cultura y gastronomía mexicana Patrimonio Intangible de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura en 2010.
Las variedades como el maíz bolita, para cocinar las tlayudas o el maíz cacahuacintle, con el que se hace el pozole, tamales, pinole y tortillas, se podrían ver afectados por los Organismos genéticamente modificados.
También, la milpa es un sistema de cultivo que incluye chayotes, calabazas, quelites, jitomates, frijoles, plantas medicinales, es decir, es un policultivo tradicional muy importante en la dieta mexicana, frente al monocultivo que se podrían poner con la siembra de transgénicos.
El 31 de diciembre de 2020 se emitió un decreto en el Diario Oficial de la Federación que prohíbe la siembra del maíz transgénico y la eliminación progresiva del glifosato, un herbicida, para 2024.
Es necesario considerar los riesgos que implica el maíz transgénico, no solo para la salud de los mexicanos, sino también para el entorno ambiental y la forma de vida de nuestras comunidades debido a que una gran parte de la producción está a cargo de empresas transnacionales que solo buscan fines comerciales, dejando a un lado de los beneficios a los campesinos de las comunidades.
Es tiempo de poner atención a la forma de producción de nuestros alimentos como el maíz, para evitar que desaparezcan.
