Los hobbies se convierten en emprendimientos, logrando continuar con los estudios.
Por: Areli Noriega.
La vida universitaria suele ser una de las etapas mas complicadas económicamente para los estudiantes, por lo que algunos optan por trabajar o bien, emprender algún negocio.Es el caso de Angélica Ávila, estudiante de la FECA, comenzó con el tejido de amigurumis en la preparatoria y ha continuado hasta la universidad, con las ganancias que obtenido lo utiliza para prácticas, transporte, material, entre otras.
Angélica, o como le dicen sus amigos, Angy, conoció el tejido a crochet a finales del 2019, cuando estaba en la secundaria a través de un taller de manualidades, en el cual les enseñaban los “amigurumis”, muñecos tejidos a crochet. Con este tipo de tejido se pueden crear muñecas, animales, personajes, entre otros, se trata de un arte que proviene de Japón; originalmente los amigurumis no tienen boca para que la persona que lo recibe pueda darle la emoción que quiera a su amigurumi, sin embargo esto depende de cada tejedora, nos comentó Angy.
Durante sus clases conoció acerca del tema, pero al ser un taller, no se pudo abordar mucho, pues había terminado, con la idea de comenzar a tejer, empezó a ver tutoriales en sus tiempos libres y a pesar de que no dominaba la técnica, con la práctica constante pudo ir logrando estos tejidos.Durante la pandemia y el estar mucho tiempo en casa, la joven comenzó a aburrise, a sentir presión y estrés por toda la situación, fue entonces cuando decidió comenzar a ponerle más empeño al tejido, siendo una forma de sacar el estrés que había dentro de ella.
“Personalmente el tejido es una forma de liberar emociones o sentimientos así que comencé nuevamente con este arte, mi mamá tenía algunos estambres en casa entonces con esos empecé a practicar, comencé con cosas pequeñas y sencillas, como pulpos, ballenas y personajes de poca dificultad, al ver los resultados me empecé a emocionar cada vez más y seguí hasta lo que es ahora mi emprendimiento “Angygyrumis””, comentó Angy.
La joven, destacó la importancia del apoyo de la familia en los emprendimientos, mismos que prestaban atención a todo lo que creaba con el tejido.
“Incluso mis tías comenzaron a pedirme amigurumis y comenzaron a pagarme por ellos, debo admitir que al inicio no cobraba bien por mi trabajo ya que no prestaba mucha atención a lo que significaba esto, sin embargo poco a poco pude conocer más y así dar precios accesibles y que yo considero aptos para mis trabajos”.
Tras días, meses y semanas, Angy pudo conocer más técnicas, más formas, etc, y de esta manera Angy comenzó a crear sus propios diseños, escribía los patrones, no solo hacia amigurumis, si no que comenzó con un diseño propio, de mucho valor y con mucho esfuerzo.
“Poco después abrí mi página de instagram y ahí comencé a subir algunos de mis trabajos, pasando el tiempo comencé a tener más clientes por este medio y así fui creciendo poco a poco hasta ahorita donde estoy”.
De esta forma, la estudiante de contaduría, llevó un hobbie a un trabajo para sustentar los estudios a convertirlo en un emprendimiento, un negocio que le abre las puertas a continuar sus estudios y su vida personal.
“Puedo decirte que el hacer amigurumis es algo que me fascina, me encanta el tejido a crochet y siempre trato de actualizarme con más técnicas y formas de tejido, siempre estoy innovando y mejorando mis acabados, y de esta forma asegurarle a mis clientes que tendrán un producto de muy buena calidad y hecho con muchísimo amor”, finalizó.
