MÉXICO PODRÍA PERDER EL GRADO DE INVERSIÓN

Amaury Carrola
Amaury Carrola 02/07/2025
Updated 2025/07/02 at 12:53 PM

José Miguel Castro Carrillo

Cuando un país se endeuda, lo hace por montos cuantiosos, y si emite bonos o pide prestado a bancos en el mercado financiero internacional, un mal manejo de sus pasivos tiene consecuencias negativas para la nación y sus habitantes por muchos años. Perder el grado de inversión sería una señal de que las políticas públicas erraron, los recursos serán más escasos y aumentarán las carencias de la población.

El grado de inversión requiere en la práctica que por lo menos dos calificadoras otorguen esa calidad, ya que la mayoría de los fondos de inversión institucionales internacionales tienen en sus reglas para poder invertir en algún papel, que por lo menos dos calificadoras tengan otorgado este nivel de calificación al emisor de los valores.

México tiene asignada la calificación de grado de inversión por parte de las 3 principales agencias de calificación internacionales, con perspectiva estable. La calificación que asigna S&P y Moody’s es equivalente entre sí, y está a dos escalones por arriba de la calidad especulativa

En las metodologías de las calificadoras, la calidad de las instituciones y la gobernanza efectiva pondera casi un 20% de la calificación final de un país, por lo que la perspectiva “estable” supone que las agencias no contemplan realizar ni una degradación, ni una mejoría en la calificación asignada en un plazo de entre 12 a 18 meses desde que se emite el último comunicado, donde se tomó en cuenta el compromiso del Gobierno con la consolidación fiscal, el buen manejo macroeconómico y la prudencia en las políticas fiscal y monetaria, lo que permite asegurar la sostenibilidad de la deuda pública, mantener la confianza de los inversionistas y el buen acceso a los mercados globales de capital.

S&P destacó que las posibles controversias entre México y Estados Unidos sobre comercio, migración y otros asuntos se manejarán de manera pragmática, lo que sostendrá la estabilidad económica y mantendrá la profunda integración económica de ambos países. S&P prevé continuidad en las políticas sociales y económicas durante la presente administración.

Los recientes cambios constitucionales al Poder Judicial han generado controversia, pero su análisis se centrará en las implicaciones que estos cambios puedan tener en las instituciones, en la inversión y en el desempeño económico a largo plazo.

La calificación se sustenta en la democracia y en el marco institucional de México, que han proporcionado estabilidad política; así como en políticas macroeconómicas prudentes respaldadas por un régimen de tipo de cambio flotante, un sector bancario bien capitalizado y un portafolio de deuda local diversificado. La deuda de un país crece cuando el gobierno gasta más de lo que ingresa, y el déficit fiscal de una nación es el principal indicador de la velocidad del crecimiento de la deuda. Un déficit fiscal de 3% se considera moderado y uno menor a ese nivel es conservador.

Pero los retos en las finanzas públicas son enormes. Si México no logra garantizar condiciones claras para la inversión que permitan un mayor crecimiento, y no se concrete una reforma fiscal que genere mayores recursos e incentive el gasto y la inversión, el déficit financiero sería superior al 4% sobre el PIB en cada año, y el nivel de endeudamiento podría llegar al 58% del PIB en 2029.

El mayor riesgo que tiene México, con lo que las cosas pudieran salirse de control, y pudiéramos perder pronto el grado de inversión se encuentra en la situación financiera de Pemex. El Gobierno no puede seguir absorbiendo los vencimientos de la deuda financiera, es tiempo de revisar las finanzas.

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