Clara Scherer
No por ser fiestas de guardar debemos olvidar el deber ciudadano. La democracia está en riesgo, nos lo han dicho personas honestas, íntegras y expertas. Los vasallos y vasallas pretenden engañarse y engañarnos escondidos detrás de su amplia curul o de su cómodo escaño. Ya vimos el tamañito de su ¿libertad? Ni siquiera tuvieron permiso para leer el plan B y gustos@s comenzaron a defender lo que no presentó ni un argumento. Todo se redujo a “es que el señor lo quiere y si se enoja…”.
El vodevil organizado (es un decir) desde el Palacio, suplicando a Bad Bunny que venga en su auxilio, no tiene ni un solo aplauso. Pero, seguir en la línea de intentar pintar la desmesura no agrega más a lo que a ojos de la ciudadanía ha sido el peor atropello a la dignidad de sus propios cómplices. Y, por supuesto, a toda la ciudadanía.
Intentemos fortalecer nuestro ánimo, que para eso son las fiestas decembrinas. Estar con las querencias, recordar las experiencias vividas, agradecer el cariño y la presencia; delinear futuros venturosos en los que sigamos contando con su agradecible compañía y entender que, en este artero golpe, los más dañados han sido quienes lo protagonizaron. Su prestigio huyó y no tornará. La cobardía está instalada en las Cámaras del Congreso de la Unión.
En la festiva marcha del 13 de noviembre contamos muchos talentos, muchas inteligencias, muchas expertises que son el primer recurso para enderezar entuertos. No faltaron miles de voluntades, millones de esperanzas atentas a responder con brío al llamado para defender al INE, que, en realidad, es la democracia. ¿Quién confía en quien miente cada mañana? (no decimos tarde y noche, porque afortunadamente, descansa de tanto afán).
Ese llamado no fue llamarada de petate. Fue la afirmación de la voluntad de hacer lo que sea necesario, por el tiempo requerido y conveniente para acompañar las estrategias jurídicas que reviertan cada frase de ese mamotreto llamado plan B. Estamos a la espera de las señales para actuar en consecuencia.
La Suprema Corte de Justicia será quien deba dirimir si hay razones para declarar inconstitucional dicho plan, y en verdad, no hay mucho espacio para la digresión. Lo vimos todos. No se respetó en lo más mínimo el procedimiento para la modificación de las leyes ni en la Cámara de Diputad@s ni en la de Senador@s. ¿Quién se atreverá a declarar constitucional semejante adefesio? Hay que prestar atención, ya sabemos que de que los hay, los hay.
No dejemos de lado la cada vez mayor inseguridad en la que estamos viviendo. Sabemos que del gobierno poco podemos esperar. Las diversas estrategias ciudadanas, vecinales y familiares han dado diversos resultados. Dejemos de normalizar la violencia, que al señor que invadió el Palacio no le interesa y manda abrazos a los delincuentes. Reclamemos, reclamemos y sigamos reclamando. La seguridad es el primer compromiso de un gobierno.
Por lo pronto, a disfrutar de las amigas, amigos, familiares y entrañables compañeros, compañeras de vida. Dejemos la preocupación por el país por un ratito e intentemos recuperar el ánimo de las posadas, las piñatas y la colación, la noche de rábanos oaxaqueña, la cena navideña, con nuevos cuentos para niñas y niños del siglo XXI. Si se puede, ir a Tepotzotlán a participar de la tradicional pastorela.
Al día siguiente, a estrenar ropa, juegos y juguetes, sonrisas y abrazos, comer el recalentado y tal vez, hacer la lista de las promesas para el siguiente año. En esa lista, no puede faltar en lugar prioritario, la defensa de la democracia, que es la defensa del INE, de las libertades que sólo garantiza un sistema democrático. Hagámoslo por cada una y uno de nosotros y por el México que merecemos, al igual que nuestras hijas e hijos. Feliz Navidad y democrático año nuevo.