Por Geraldo Rosales
Ciudad de México.
Cómo un custodio de la gloriosa Paseo de la Reforma, el Ángel de la Independencia, es sin duda es uno de los monumentos más emblemáticos de la capital mexicana, que por décadas ha sido utilizado como el símbolo característico de la Ciudad de México.
Aunque comúnmente es conocido como el “Ángel de la Independencia”, su nombre oficial es el Monumento a la Independencia; ya que se trata de una bella escultura que fue montada en 1910 para conmemorar el centenario de la Independencia de México por el entonces presidente, Porfirio Díaz.
La escultura en realidad una representación de Niké, la diosa griega de la victoria alada y aunque hasta el momento no hay una versión oficial de quién fue la modelo del Ángel, se menciona que modelo fue una secretaria del general Porfirio Díaz llamada Ana María Mazadiego Fernández, pero la que más se replica de acuerdo con algunos historiadores de la Ciudad de México es que fue Ernesta Robles, una mujer que se dedicaba a ser costurera en la capital y aceptó mostrar las piernas y el rostro para el monumento.
Fue diseñada por el renombrado arquitecto Antonio Rivas Mercado y el escultor Enrique Alciati, quienes elaboraron meticulosamente una impresionante escultura, que tiene una altura de 45 metros y está hecho enteramente de bronce y tezontle, un tipo de roca volcánica.
En la base hay una estructura de piedra con cuatro escaleras que conducen a la estatua propiamente dicha. Las alas del ángel tienen una envergadura de 18 metros y sus brazos están abiertos en señal de triunfo, mientras que las cadenas rotas a sus pies significan la liberación de la opresión y en ocasiones es el punto de reunión de los festejos más tradicionales del país, sobre todo en el tema deportivo.