Charlas

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admin 26/01/2023
Updated 2023/01/26 at 6:58 PM

Miguel Ángel Vargas Q.
*** 7º Piso Dpto. 4
*La Aventura de Notimex

De marzo de 1982 a febrero de 1983, la tarea principal en Notimex fue levantar la agencia del hoyo en que lo dejó don Pedro Ferriz Santacruz. El apoyo del Gral. Miguel Angel Godínez primero y luego de Ramón Aguirre Velázquez (Regente de la CDMX) y Bernardo Sepúlveda Amor (Canciller de México), fue definitivo para sacar adelante mi tarea encomendada por el director, Miguel Angel López Azuara.
Gracias a Sepúlveda Amor, se logró una reunión con el presidente Miguel de la Madrid Hurtado a la que también asistieron los secretarios de Gobernación (Manuel Bartlett Díaz) y Relaciones Exteriores (Bernardo Sepúlveda Amor), así como los directores de Comunicación Social de la Presidencia de la República, Manuel Alonso Muñoz y de Notimex, Héctor Manuel Ezeta Gómez Portugal que relevó a Miguel Angel López Azuara meses antes.
Una de las primeras gestiones del nuevo director, Ezeta Gómez Portugal fue el nuevo edificio para dejar de pagar la alta renta de los que se ocupaban por avenida de los Insurgentes Sur. Así se remodeló el edificio de calle Morena 110 de la colonia del Valle Norte, sede de esa reunión presidida por de la Madrid Hurtado a quien también acompañaron los secretarios de Hacienda (Jesús Silva Herzog) y de Educación, (Don Jesús Reyes Heroles).
Durante las reuniones previas a la reunión con el presidente de la República, Héctor Manuel Ezeta y Eduardo Pallares nos “instruyeron” para que los titulares de cada área leyéramos un texto que ellos nos entregaron. Saliendo de esa reunión, Pepe Carreño Figueras, Juan Gaudenzi y un servidor nos reunimos justo en Villa Lorraine, para revisar los textos que o dieron a José y a mi. El mío era puras alabanzas al secretario de Gobernación. Manuel Bartlett Díaz y ninguna propuesta en concreto.
Me reuní en privado con el director de la Agencia, para pedirle que me dejara leer un texto que habíamos redactado Gaudenzi, Carreño y yo, en cuanto supimos de la reunión con el presidente de la República. Su contenido se refería a la expansión de Notimex a otros países como hacen el resto de las agencias de noticias de todo el mundo.
Y le lancé el compromiso fuerte.
“Si durante mi lectura, Usted ve que el presidente o el secretario de Gobernación, fruncen el ceño, me corre y argumenta que sin avisarle le cambié el texto”, le dije directo.
Ezeta Gómez Portugal se quedó algunos segundos viéndome y finalmente aceptó.
Los siete directores de área dimos lectura a nuestros textos y al final el presidente de la Madrid dio su mensaje en el que hacía la declaratoria de inauguración de la nueva sede de la agencia y luego se fue directo a la inminente necesidad de ampliar los alcances de Notimex y para ello anunciaba una partida especial de varios miles de dólares para que de inmediato nos estableciéramos en Centro y Sud América.
Y pidió a Ezeta que, a la brevedad posible, “el licenciado Vargas ponga en marcha este programa de expansión”.
Fueron el secretario de Gobernación y el director de la agencia, quienes de manera espontánea arrancaron un largo aplauso por el anuncio hecho por el licenciado de la Madrid Hurtado a quien había conocido y tratado un servidor cuando me asignaron a la SPP para promover el Plan Global de Desarrollo que fue presentado por el propio secretario en abril de 1980, como un primer llamado a la sucesión presidencial de 1982.
En esa breve pero fructífera encomienda con el licenciado de la Madrid Hurtado tuve la fortuna de tratar a Genaro Borrego Estrada y Emilio Gamboa que se desempeñaron como secretarios particulares del titular de la SSP; así mismo a Carlos Salinas de Gortari, subsecretario y a Luis Donaldo Colosio, director de Desarrollo Regional de la misma secretaría de Estado.
Hasta ahora sigo creyendo que esos meses coadyuvando con José Miguel Federico González Avelar (director de Comunicación Social de la SPP), influyeron para que el presidente me llamara por mi apellido y directamente me encargara el plan de expansión nacional e internacional.
Desde meses antes y a iniciativa de Pepe Carreño Figueras, desde mi dirección de Radio y TV, había enlazado a varios personajes del periodismo de América Latina que fueron clave para que a la brevedad posible el programa de expansión tuviera frutos y resultados altamente positivos conforme a la Visión de Notimex de aquellos tiempos.
Se nombraron corresponsales en las principales ciudades de México y en todos los países de Centro y Sudamérica.
En Durango fue Heliodoro Muñoz el corresponsal en esos tiempos.
Ese trabajo desarrollado me hizo merecedor a ser nombrado subdirector de Relaciones Interinstitucionales de la agencia, para efecto de coordinarme con todas las oficinas de prensa del Gobierno Federal, para el manejo institucional de sus programas de publicidad oficial en todos los medios de la provincia mexicana. Igualmente, para el manejo del Servicio Sindicado que, reunió a importantes escritores, editorialistas y articulistas de México y América Latina.
Todo marchaba sobre ruedas, pero luego con carácter de urgente me cita el director general para informar que teníamos problemas graves en la corresponsalía de San José, Costa Rica que nos podrían provocar un conflicto internacional con el gobierno de ese país.
Tras escucharlo, me reuní con Manuel Rodríguez, entonces secretario particular del Canciller quien me informó de los detalles a los que tendría que enfrentarme por el comportamiento del encargado de nuestra oficina en ese lugar, Agustín Pradillo.
Apenas llegué me reuní con Armando Vargas Araya, ministro de Información del Gobierno de Costa Rica que presidía Luis Alberto Monge, uno de los principales interesados en que removiéramos a nuestro corresponsal. Regresé a México, informé con lujo de detalles al director general y al secretario de Gobernación, Manuel Bartlett Díaz, así como al secretario particular del canciller.
La instrucción fue tajante y directa. Remover al corresponsal en Costa Rica y viajar para resarcir los daños causados y problemas provocados.
Y es que el corresponsal de Notimex entre otras “linduras” se prestó para que en la casa sede de Notimex se guardara un BMW propiedad nada más y nade menos que de Rafael Caro Quintero, quien en ese tiempo vivía en la Quinta Carolina dentro del rancho El Castillo en Alajuela justo donde fuera aprehendido meses después de que llegué a ese país, en abril de 1985.
Acompañado por la entonces Embajadora de México en ese país, y el Agregado Militar de la Embajada, hice entrega de ese vehículo a la Policía Nacional de CR, quien a su vez se coordinó con la Fiscalía mexicana para hacer el procedimiento correspondiente.
Pero no quedó ahí, nuestro corresponsal era uno de los más famosos en el mercado negro de la venta clandestina de cambio de dólares por colones (moneda nacional de Costa Rica).
Además, se convirtió en “espía” del gobierno nicaragüense, al que informaba de las actividades de los “contras” nicas en territorio costarricense, lo cual fue descubierto por el ministerio de Relaciones Exteriores de ese país que ya había mandado una tarjeta diplomática a la Cancillería Mexicana.
Lo que era una tarea de dos semanas máximo, se convirtió en una estancia de 10 meses en San José.
Por cierto, meses antes de irme a Costa Rica a cumplir acompañé, por invitación directa, al Lic. Máximo N. Gámiz Parral (QEPD), a su registro como precandidato a la diputación federal por el distrito 05 celebrado en el lobby de las oficinas del CDE del PRI. Me llamó poderosamente la atención al arribar al aeropuerto “Guadalupe Victoria”, ver estacionado el lujoso “Little jet” de la Organización Editorial Mexicana (OEM), de la cual era Gerente el desparecido político duranguense.
Semanas antes, habíamos desayunado en el restaurante del hotel Alameda, donde el Dr. en Derecho, me había externado la inquietud de buscar la candidatura y por consecuencia la diputación federal. Le di mi opinión muy personal, señalándole que la posición en que estaba, Gerente General de la OEM, era realmente privilegiada y con mucho más rango que uno de los cientos de diputados federales.
Obvio me oyó, pero no me escuchó.
Alfonso Joel Rosas Torres, (QEPD), un joven que había sido rechazado por las juventudes priístas, deseoso de participar en política, decidió buscar que el PAN lo postulara y ni tardo ni perezoso ese instituto político lo consideró y al final del proceso derrotó al priísta, pero además se convirtió en el primer panista en ganar en nuestro país, una diputación federal por la vía uninominal.
Historia de la vida.
Máximo Gámiz dejaría años más tarde la OEM y posteriormente, regresó como perredista y candidato al Gobierno del Estado.
(CONTINUARÁ)

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