Por: José Miguel Castro Carrillo
Después de un par de días de descanso, muchos tienen dificultades para volver a sus rutinas y tareas laborales, pueden hasta llegar a sentir temor y ansiedad que se filtran durante el fin de semana en forma de “síndrome del domingo”.
Aunque no siempre se podrán cambiar horarios u obligaciones para que los lunes sean más atractivos, se puede “reprogramar” el cerebro para pensar en la semana de manera diferente, ya que investigaciones recientes han demostrado que la falta de rutina se asocia con la disminución del bienestar y la angustia psicológica.
Aunque el fin de semana presagia un tiempo placentero, nuestro cerebro trabaja duro para acomodarse a este repentino cambio de rutina, primero porque el cerebro no necesita hacer demasiado esfuerzo para adaptarse a la libertad y la falta de rutina del fin de semana y luego se convierte en una labor titánica, cuando se trata de volver a las actividades el lunes por la mañana.
Una forma de adaptarse al cambio posterior al fin de semana es introducir rutinas que duren toda la semana y tengan el poder de hacer que la vida sea más significativa, como ver el programa de televisión favorito, hacer jardinería o ir al gimnasio, y sobre todo considerar hacer estas cosas a la misma hora todos los días.
Así, las rutinas mejoran el sentido de la coherencia, un proceso que permite dar sentido al rompecabezas de los acontecimientos de la vida. Cuando hay una rutina establecida, ya sea trabajar cinco días y tomarse dos días libres o participar en una serie de actividades todos los días, la vida se vuelve más significativa.
Otra rutina importante que se debe establecer es la rutina de sueño, ya que mantener un tiempo de sueño constante puede ser tan importante para disfrutar los lunes como la duración o la calidad del sueño, sobre todo si se considera que los cambios en los patrones de sueño durante los fines de semana desencadenan el desfase horario social, como dormir más tarde de lo habitual y durante más tiempo en los días libres.
Desencadenar una discrepancia entre el reloj biológico y las responsabilidades impuestas socialmente, está relacionado con niveles más altos de estrés el lunes
por la mañana, por lo que hay que tratar de mantener un horario fijo para acostarse y despertarse, y evitar las siestas. También es posible crear una rutina de 30 minutos antes de dormir, apagando o guardando los dispositivos digitales y practicando técnicas de relajación.
Pasar tiempo en la naturaleza es otro método, salir a la calle a primera hora del lunes o incluso durante la hora del almuerzo puede marcar una diferencia significativa en la forma en que percibe el comienzo de la semana.
Las hormonas también pueden desempeñar un papel en cómo se sienten los lunes. El cortisol es una hormona multifunción muy importante, debido a que ayuda al cuerpo a controlar el metabolismo, regular el ciclo de sueño-vigilia y la respuesta al estrés, entre otras cosas.
Por lo general, se libera alrededor de una hora antes de despertar, ya que ayuda a sentirse despiertos y luego sus niveles bajan hasta la mañana siguiente, a menos que estar en una situación bajo estrés, cuando el cuerpo además de cortisol también libera adrenalina en preparación para la lucha o la huida. A nivel físico hace que el corazón lata más rápido, sudan las palmas de las manos y se reacciona más impulsivamente.
Como hormona del estrés, el cortisol fluctúa diariamente, pero no de manera constante, entre semana, apenas se despierta, los niveles de esta hormona se disparan y las variaciones suelen ser mayores que los fines de semana.
Así, es importante darse tiempo antes de revisar el teléfono, las redes sociales y las noticias, para disfrutar entonces, el lunes.