JOSÉ MIGUEL CASTRO CARRILLO
Una de cada dos personas vivas desarrollará una enfermedad relacionada con la sangre, que pudiera estar relacionada con dolencias cardiovasculares, cáncer o deficiencias del sistema inmune.
De acuerdo a investigadores del Centro de Regulación Genómica de Barcelona, se trata de desentrañar los muchos enigmas que existen aún sobre cómo evoluciona la sangre a medida que envejecemos y por qué unas personas sufrirán esas enfermedades potencialmente mortales y otras no.
Lars Velten y Alejo Rodríguez-Fraticelli, del Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona, acaban de descubrir un marcador bioquímico en las células de la sangre que mide el envejecimiento de este fluido, y que podría ser la puerta hacia terapias dirigidas a tratar el envejecimiento.
Los científicos han analizado la sangre de ratones de laboratorio y de una docena de personas de entre 23 y 77 año y han descubierto que el nuevo marcador comienza a aparecer a partir de los 50 años y que, cumplidos los 60, es “universal” e “inevitable”.
Una persona joven tiene unas 100 mil células madre de la sangre. Cada una es un clon capaz de dar lugar a cientos de miles de millones de hijos adultos: glóbulos rojos, plaquetas, linfocitos y otros agentes del sistema inmune y los investigadores querían conocer el linaje exacto de estas células.
Para ello han desarrollado un nuevo sistema -EPI-Clone- para leer su “código de barras”, que está escrito no en el genoma de la célula, sino sobre este. Se trata de un cambio epigenético llamado metilación y que transforma la adenina (A), una de las cuatro letras químicas del ADN, en citosina (C). Esta marca se hereda de generación en generación, y permite identificar de qué clon viene cada célula sanguínea, lo que los investigadores comparan con “apellidos” que permiten remontarse en el árbol genealógico.
Los resultados del estudio muestran que pasados los 60 años, la variedad genética de clones en la sangre cae drásticamente hasta apenas unas decenas. Estas células madre siguen siendo capaces de generar miles de millones de células adultas, pero su diversidad genética es mucho menor, lo que puede estar relacionado con la aparición de enfermedades relacionadas con el envejecimiento.
El estudio muestra que los clones predominantes a edades avanzadas tienen mayor tendencia a convertirse en células mieloides, ya que por un lado, son esenciales para la producción de glóbulos rojos y blancos, pero por otro pueden favorecer la inflamación crónica, por lo que los especialistas sugieren que estos clones envejecidos podrían fomentar dolencias cardiovasculares, cáncer, ictus, incluso el alzheimer. Estudios preliminares con ratones, muestran que limpiar estos clones de la sangre puede rejuvenecer el sistema circulatorio e inmune.
El estudio aporta una nueva forma de estudiar el envejecimiento y desarrollar tratamientos que eliminen selectivamente las células potencialmente nocivas, sobre todo tomando en cuenta que hasta ahora, la forma de estudiar el envejecimiento celular de los tejidos era solo a través de las mutaciones que aparecen en el ADN. Es una técnica muy fiable, pero costosa y laboriosa, pues cada célula tiene un genoma de unos 3.000 millones de letras químicas (TCAGG…) que hay que leer. Este estudio es una herramienta nueva y muy útil para poder estudiar las expansiones clonales durante el envejecimiento, debido a que conforme envejecemos, cada célula de nuestro cuerpo acumula unas 1.000 mutaciones, pero al mismo tiempo hay muchísimos más cambios epigenéticos de metilación, probablemente decenas de miles.