Gautier Mignot
Ventana a Europa
El 2022 ha sido un año difícil y de grandes evoluciones geopolíticas. La brutal e ilegal invasión de Rusia a Ucrania es indiscutiblemente el más grave conflicto hoy en día porque es el intento de una potencia nuclear, miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, de acabar con la soberanía de otro Estado y anexar parte de su territorio. Las consecuencias socio-económicas para el mundo, en particular para los más vulnerables, son tremendas. Hay que poner fin a esta guerra absurda y criminal lo antes posible, pero no a cualquier precio. Si algo hemos aprendido en Europa es que el precio de la libertad y de la democracia no se debe regatear. Así que seguiremos defendiendo los principios básicos de la paz y la legalidad internacionales hasta que Rusia acepte una solución pacífica respetuosa de ellos. El precio que pagamos, en particular en materia energética, es elevado, pero estaremos orgullosos de haber ayudado a los valientes ucranianos a parar la invasión. Ahora, la única forma para la comunidad internacional de acelerar la llegada de una paz duradera es aumentar la presión colectiva sobre Rusia: no hay tarea más apremiante.
La UE sigue también comprometida en desempeñar un papel constructivo y equilibrado en las muchas otras crisis que existen en el mundo. Por ejemplo, hemos asumido la defensa de las mujeres y de los pueblos de Irán y Afganistán. Somos el principal apoyo financiero al pueblo palestino. Denunciamos los graves atropellos a los derechos humanos por parte de China en el Xinjiang. Promovemos la distensión en los Balcanes y en el Cáucaso. En América Latina, denunciamos las violaciones de los derechos humanos en Nicaragua, en Venezuela o en Cuba, mientras llamamos al diálogo pacífico entre actores políticos. En Perú, hemos apoyado el respeto a la institucionalidad y a las reglas constitucionales, pero también el derecho a la protesta pacífica, rechazando el uso excesivo de la fuerza. Defendemos así los derechos fundamentales y los principios democráticos sin preferencias ideológicas ni dobles estándares.
Estamos también plenamente movilizados frente al desastre global por el cambio climático y la pérdida de la biodiversidad. La COP27 sobre el clima ha generado desilusión por la falta de ambición y compromiso de muchos Estados, pero la lucha continúa para alcanzar nuestro objetivo común de limitar el calentamiento global a 1.5 grados. En cambio, la COP15 sobre biodiversidad ha sido una luz de esperanza por la adopción de un marco global que traza la ruta para preservar los ecosistemas esenciales para la vida en nuestro planeta. La UE ha demostrado que su compromiso sigue más fuerte que nunca, con la finalización de legislaciones claves como la reforma del mercado europeo del carbono o el reglamento sobre las cadenas de abastecimiento libres de deforestación. También hemos dado pasos decisivos para abordar los retos de las nuevas tecnologías con la adopción de las leyes europeas sobre los servicios y mercados digitales.
En todos estos temas, la voz de México y de América Latina y el Caribe (ALC) es fundamental. En muchos temas nuestras posiciones convergen, pero hemos dejado que las crisis en otros continentes y la pandemia nos alejen. Por eso, 2023 debe ser el año del relanzamiento de la relación UE-ALC. Estaremos nuevamente representados al más alto nivel en la cumbre de la Celac el próximo 24 de enero en Buenos Aires. Esperamos que esta cumbre confirme la organización de la primera cumbre UE-ALC desde 2015 para impulsar juntos una agenda concreta para nuestros pueblos, como la invitación de honor que la UE recibió de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara para 2023.
A las y los lectores de esta columna, deseo un feliz año nuevo, manteniendo la fe en un futuro mejor para la humanidad, alrededor de los valores que nos unen: la paz, los derechos humanos, la libertad, la democracia y la equidad.
- Embajador de la Unión Europea en México