La tasa de inflación en Estados Unidos se disparó en enero hasta el 7.5 por ciento, cinco décimas por encima de la de diciembre, lo que aumenta todavía más la presión sobre la Reserva Federal (Fed) para que proceda con un aumento de los tipos de interés.
Se trata de la mayor subida interanual desde febrero de 1982, según informó la Oficina de Estadísticas Laborales, y está incluso por encima de las predicciones de la mayoría de analistas, que preveían un aumento de los precios de 7.3 por ciento.
La elevada inflación es la mayor preocupación para la Reserva Federal estadounidense, como admitió recientemente el presidente de la Fed, Jerome Powell, aunque este organismo aún no se ha decidido a subir los tipos de interés para tratar de frenar la fuerte subida de precios.
Así, la Fed volvió a dejar sin cambios los tipos de interés, que están en un rango de entre 0 y 0.25 por ciento, pero adelantó que la subida de los tipos se producirá pronto, posiblemente en marzo.
Según los datos publicados, la subida mensual de precios fue de seis décimas con respecto a los de diciembre.
Si se excluyen los precios de alimentos y combustibles, que son los más volátiles, la inflación subyacente en enero fue de 0.6 por ciento, con una tasa interanual de 6 por ciento.
Los precios de la energía (que incluyen gasolina, crudo, electricidad y gas natural) subieron en enero 0.9 por ciento, el mismo porcentaje en que aumentaron los precios de los alimentos, según el informe del Gobierno.
Dentro del segmento de los alimentos, el precio de las compras en supermercados subió 1 por ciento, y el de la comida en restaurantes, un 0.7 por ciento.
En la industria automovilística, los precios de los vehículos de nueva fabricación se mantuvieron constantes con respecto a diciembre, pero los precios de los de segunda mano subieron 1.5 por ciento.
El precio de la vivienda aumentó de un mes para otro en 0.3 por ciento y el de los servicios de transporte (viajes en avión, tren, taxis, etc.), un 1 por ciento.
Los precios de los servicios médicos, por su parte, muy sensibles en EE.UU. al tratarse de un mercado esencialmente privado, se incrementaron en 0.6 por ciento.
Los datos conocidos este jueves no solo aumentan la presión sobre la Reserva Federal, también son un quebradero de cabeza para el Gobierno que preside Joe Biden, cuyo índice de popularidad se encuentra en caída libre sobre todo por su gestión de la economía.
El pasado 21 de enero, en su intervención virtual en el Foro de Davos, la secretaria del Tesoro de EE.UU., Janet Yellen, reconoció que la elevada inflación es un motivo de “preocupación válido”, pero pronosticó que “remitirá sustancialmente” ante la esperada subida de tipos de interés por parte de la Fed.
Pese a destacar el buen momento del mercado laboral estadounidense y el fuerte crecimiento del Producto Interno Bruto, Yellen admitió que “la inflación es un motivo válido de preocupación”, y señaló que “supera cualquier aumento que debería producirse normalmente de un mercado laboral con una tasa de desempleo de 3.9 por ciento”.
Como causas del alza de precios, la secretaria del Tesoro apuntó al “pronunciado cambio del gasto hacia los bienes desde los servicios” y “a los cuellos de botellas en las cadenas de suministros globales provocados por la pandemia” que están frenando la producción de automóviles.
Con información de EFE