La rueda del tiempo

Christian Ramirez
Christian Ramirez 22/09/2023
Updated 2023/09/22 at 11:47 PM

Yuriria Sierra

Nudo gordiano

“Nuestro poder no los asusta tanto como nuestra humanidad. Si les parecemos inhumanas y predecibles, los hombres no se mediarán con nosotras: simplemente nos ridiculizarán para derribarnos”. Esta frase extraída del quinto capítulo de la nueva temporada de la fantástica serie La rueda del tiempo que se proyecta en Amazon Prime (adaptada de la saga del mismo nombre escrita por Robert Jordan) y pronunciada por una de las Aes Sedai de la historia, viene dolorosamente a colación con todo lo que estamos viendo y viviendo en México desde que empezó a constituirse en el horizonte la certeza de que dos mujeres disputarán la Presidencia de la República.

La Aes Sedai es una orden de mujeres, cada una con acceso al “poder único”, que proviene de la “fuente verdadera”, algo así como la energía persistente que sigue a la creación del mundo. Todas las “Aes Sedai” pueden acceder (o “canalizar”) este recurso inagotable. Cualquier mujer que pueda canalizar el “poder único” o que haya nacido con la “chispa” (habilidades de canalización) puede convertirse en una Aes Sedai si está debidamente entrenada. Aunque entre ellas no necesariamente son amigas o aliadas (pertenecen a distintas “casas” dependiendo de su habilidad personal y la potencia de su don), todas las Aes Sedai son mujeres que tienen la facultad de acceder al “poder verdadero”, que es el poder que facilita la creación, la paz, el equilibrio de la Rueda. Pero en tanto que Aes Sedai hacen todas tres juramentos: 1) No decir ninguna palabra que no sea cierta. 2) No realizar ningún arma que pueda matar a otra persona. 3) No usar el Poder Único como arma, excepto contra Engendros de la Sombra o Amigos Siniestros, a no ser que sea como último recurso para defender la propia vida, la vida del Guardián o la de otra Aes Sedai. Aunque muy pocos tienen el don de lograrlo, algunos hombres logran también encauzar el “poder verdadero”. Pero la mayoría de ellos enloquece.

Claudia Sheinbaum ha sido una figura muy relevante en la política mexicana desde hace tiempo. Con una trayectoria muy destacada en el ámbito académico y científico, así como en la política, Sheinbaum ha demostrado en sobradas ocasiones su capacidad (gobernar esta ciudad que es equivalente a un país en su complejidad y densidad, y más aún, atravesar una pandemia como covid-19 fueron desafíos muy relevantes). Y sin embargo (ayer mismo lo escribía mi colega Salvador Camarena en su columna), no sólo es el muy rasposo episodio con Marcelo Ebrard, sino que todavía se percibe la incomodidad (casi al grado de la incapacidad) de muchos por haber sido vencidos por ella en la interna de Morena. 

Por su parte, Xóchitl Gálvez, que, aunque no tiene la misma experiencia que Claudia, sí ha logrado sacudir a la oposición de su letargo con su chispa y su carisma, haciendo viable su candidatura en el Frente Amplio por México cuando al Frente no se le daba ni una lejana oportunidad hace todavía hace medio año. A ella la han dejado sola todos los dirigentes de los partidos que integran el FAM ante todos los embates que ha atravesado. En un plazo no menor a dos semanas, a Xóchitl Gálvez le han dicho que recibió mil 400 millones de pesos en contratos, que demolerán su casa porque la construcción no estaba en regla, y ahora que realizó un plagio en su examen de titulación. Y ninguno de ellos ha salido a apoyarla mediáticamente.

Al igual que en la serie, donde las Aes Sedai deben enfrentarse a desafíos y tomar decisiones difíciles para proteger al mundo, Sheinbaum y Gálvez se enfrentan a un panorama político complejo y desafiante. Ambas deben demostrar su capacidad de liderazgo que radica más en su humanidad que en su poder. Por eso abrí esta columna con esa frase: no volverse ni inhumanas ni predecibles porque ahí, inevitablemente, no ellas en las urnas, sino ellos en sus respectivas canchas, buscarán derribarlas antes, incluso de que la contienda arranque.

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