Las adjuntas un peligroso paraje 

Danna Salazar
Danna Salazar 30/08/2024
Updated 2024/08/30 at 7:09 PM

Por Angel Castillo

Durango, Dgo

La travesía de los Correcaminos continuó a lo largo del primer día de pedaleo, enfrentando un ascenso constante hacia su destino final, el poblado de La Ciudad. A medida que avanzaban, cada kilómetro parecía sumar un nuevo reto, poniendo a prueba tanto la resistencia física como la fortaleza mental de los ciclistas. La carretera serpenteante y la inclinación del terreno no ofrecían tregua, exigiendo un esfuerzo extra en cada pedalada.

Después de un ligero desayuno, los ciclistas se reagruparon por segunda vez en el pintoresco poblado de Coyotes. Aquí, en medio de una atmósfera tranquila, tomaron unos minutos para rehidratarse, ajustar sus bicicletas y compartir palabras de aliento. El descanso fue breve; la travesía debía continuar, y la determinación en sus rostros reflejaba la voluntad de conquistar la ruta a pesar de las adversidades que se presentaban.

Kilómetros más adelante, el sol quemante comenzó a hacerse presente, intensificando el desafío. Al aproximarse a El Salto, Pueblo Nuevo, Durango, muchos de los ciclistas decidieron dejar sus chaquetas debido al calor sofocante, sin prever que más adelante las necesitarían de nuevo. El calor del mediodía, sumado a la exigencia del ascenso, empezaba a hacer mella en algunos de los participantes, pero el espíritu de equipo y la meta compartida los mantenían en movimiento.

El tramo final del día hacia Las Adjuntas resultó ser uno de los más complicados. La carretera libre, que ya era conocida por su deterioro, no decepcionó en términos de dificultad. Los ciclistas tuvieron que desplegar toda su concentración y habilidad para sortear la gran cantidad de baches y el estado general deplorable del camino. El riesgo de una caída era alto, y cada metro avanzado se convertía en una prueba de destreza y resistencia. Afortunadamente, a pesar de las condiciones adversas, ninguno de los ciclistas sufrió accidentes, demostrando una vez más la experiencia y el control que caracteriza a este grupo.

El ascenso a La Ciudad, lejos de ser un paseo tranquilo, se transformó en una batalla contra el terreno, el clima y las propias limitaciones físicas. Sin embargo, la camaradería entre los Correcaminos, los ánimos compartidos y la meta común mantuvieron al grupo unido y motivado. La carretera se extendía ante ellos, llena de retos, pero también de oportunidades para demostrar su amor por el ciclismo y su capacidad para superar cualquier obstáculo.

A medida que el día avanzaba y los ciclistas se acercaban a su destino, las experiencias vividas durante esta jornada quedaban grabadas en la memoria de cada participante. El desafío estaba lejos de terminar, pero los Correcaminos habían demostrado, una vez más, que juntos podían enfrentar cualquier ruta, por complicada que fuera, y seguir adelante, un pedal a la vez, hacia la siguiente aventura.

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