LOS BENEFICIOS DE SER VANIDOSO

Amaury Carrola
Amaury Carrola 05/08/2025
Updated 2025/08/05 at 12:24 PM

José Miguel Castro Carrillo

La vanidad es uno de los vicios modernos más evidentes, hay gente que piensa demasiado de sí mismas, a quienes se preocupan demasiado por su apariencia y por lo que otras personas piensan de ellas, aunque a la mayoría nos importa lo que los demás piensan de nosotros, no solo en términos de nuestra apariencia física.

La vanidad no es solo una preocupación estética, sino de cómo nos vemos ante otras personas, es un “¿qué piensa el mundo de mí?”, lo que ha sido tratado también a lo largo de la historia por destacados filósofos.

Para Jean-Jacques Rousseau, el filósofo suizo del siglo XVIII, sólo llegamos a convertimos realmente en humanos modernos cuando nos volvimos vanidoso y obtuvimos nuestra autoestima, producto únicamente del valor que los demás depositan en nosotros.

El amor a sí mismo o el deseo natural de preocuparse por su propia supervivencia y el amor propio o la necesidad desesperada de brillar a los ojos de otras personas es un producto de la civilización de dudosa virtud.

A medida que las sociedades se desarrollaron, en algún momento entre los cazadores-recolectores y la Ilustración los humanos se volvieron capaces de vivir solo a partir de la opinión de los demás, en un proceso similar al que vemos cuando los niños se convierten en adultos, cuando al pasar por la adolescencia, de repente se dan cuenta de que tienen una posición o estatus particular dentro de la sociedad.

A medida que socializábamos, empezamos a preocuparnos cada vez más por cómo nos percibían los demás, por lo que los seres humanos se fueron volviendo más y más vanidosos e incapaces de autoevaluarse de manera independiente.

A Rousseau le desesperaba que todo el mundo se la pasara fijándose en los demás y deseando que se fijaran en ellos, como el que cantaba o bailaba mejor, el más guapo, el más fuerte, el más hábil o el más elocuente llegaba a ser el más apreciado, hasta que llegamos a valorar más la opinión que la gente tenía de nosotros, que la habilidad o la virtud en nosotros mismos.

No es tu elocuencia, tu belleza o tu fuerza lo que te importa, sino es que los demás te vean como elocuente, hermoso y fuerte, porque se crea una imagen de ti mismo que quieres que los demás vean, y tu autoestima está determinada por cómo otras personas responden a tu máscara, hasta que finalmente la máscara reemplazó a la cara que había debajo.

Pero el amigo ocasional de Rousseau, el filósofo escocés Adam Smith, veía las cosas de manera un poco diferente.

Otro filosofo Adam Smith, nacido en 1720, en su teoría de los sentimientos morales, daba a conocer que Rousseau probablemente tenía razón en que la vanidad era la característica principal de los humanos modernos: pero tambien creía que era necesaria y la fuente de nuestra redención, al preguntar el objetivo de los afanes y agitaciones e este mundo.

Entonces la respuesta era “ser observados, atendidos, considerados con simpatía, complacencia y aprobación, lo que es la vanidad, y no la comodidad o el placer lo que interesa.

Para Rousseaum, el amor propio es una característica ineludible del ser humano moderno, pero al mismo tiempo tambien es la fuente de la desigualdad social, ya que en sociedades donde la apariencia es más importante que la realidad, parecer virtuoso remplaza a ser virtuoso, como nuestra principal motivación, por lo que perseguimos la riqueza y el poder para parecer importantes.

Nos importa lo que otras personas piensen de nosotros y, por lo tanto, ajustamos nuestro comportamiento en consecuencia, si queremos ser vistos como responsables, nos comportamos de manera responsable, aunque solo sea para el público.

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