Por: José Miguel Castro Carrillo
Con motivo del cambio climático se ha presentado el documental titulado “Romper los límites: La ciencia de nuestro planeta”, mismo que se ha vuelto especialmente relevante en el marco de la 26ª Conferencia de las Naciones Unidas, sobre el Cambio Climático (COP26), cuyo objetivo es lograr que al mundo actúe rápido ante una crisis que se conoce desde hace décadas y cuyo margen de acción es cada vez menor.
Basado en los estudios publicados en 2009 de un grupo internacional de científicos liderados por el sueco Johan Rockström del Centro de Resiliencia de Estocolmo comenzó a investigar qué riesgo corremos de quebrar el equilibrio natural y la capacidad de resiliencia de la Tierra, definió nueve límites o parámetros interconectados que son determinantes para mantener la estabilidad del planeta, de los cuales ya cruzamos cuatro, hay tres dentro de la zona segura, por ahora y dos que todavía son una gran incógnita.
Hace unos 11,000 años sucedió algo inédito en los últimos 100,000 años de historia de la Tierra: el clima del planeta se volvió estable, esta era geológica con temperaturas predecibles fue bautizada como Holoceno y le permitió a la humanidad desarrollar la agricultura, domesticar animales y crear el mundo moderno actual, extinguimos especies y dañamos ecosistemas, contaminamos el aire, el agua y el suelo, y desatamos la crisis del cambio climático.
Si no cruzamos esas fronteras trazadas, dicen, la humanidad va a poder seguir prosperando por generaciones, pero en el caso de pasar tan solo una de ellas, nos exponemos a generar cambios ambientales irreversibles en todo el sistema y desencadenar el colapso de nuestra sociedad.
Nuestros límites son el cambio climático, que es uno de los cuatro límites que ya hemos sobrepasado, ya que desde la Revolución Industrial, la temperatura global ha subido 1,1°C. Este aumento es el responsable de los fenómenos climáticos extremos que cada vez se producen con mayor frecuencia a lo largo del mundo, como las sequías e inundaciones. A eso hay que sumar la integridad de la biósfera, ya que hay pérdida de biodiversidad y extinción de especies, es el otro de los límites centrales.
El cambio del uso del suelo es otro de los límites que hemos cruzado y consiste en la transformación de bosques, pastizales, humedales, la tundra y otros tipos de vegetación principalmente en tierras para la agricultura y ganadería, mientras que los flujos bioquímicos son la cuarta y última frontera ya sobrepasada, que abarca sobre todo a los ciclos de fósforo y nitrógeno. Esto además de la reducción del ozono estratosférico y del uso de agua dulce, la acidificación del océano y la carga de aerosoles atmosféricos.
Todavía quedan dos límites por mencionar que no están de uno ni del otro lado de la frontera. Y es que los científicos no saben cómo medirlos, como lo es la contaminación de la atmósfera con aerosoles de origen humano y la incorporación de nuevas entidades o elementos u organismos modificados por los humanos, así como sustancias enteramente nuevas, como los microplásticos.
Es necesario revertir la situación, el desafío es grande y apremiante: en esta década que termina en 2030 la humanidad debe llevar adelante una transformación masiva con acciones rápidas y audaces de parte de todos y cada uno de los gobiernos del mundo, empezando por el uso de energías renovables.
Para lograr un mundo sostenible también se necesitan cambios en el estilo de vida de los individuos, comer más verduras, ahorrar energía, plantar árboles y elegir caminar, ir en bicicleta o en transporte público, y así, podremos tener un mundo mejor.