Murió el poeta indomable, David Huerta

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admin 04/10/2022
Updated 2022/10/04 at 10:59 AM

Excélsior

CIUDAD DE MÉXICO.

Falleció el poeta, ensayis­ta y traductor David Huer­ta (1949-2022) a los 72 años a causa de una falla renal, informó ayer su esposa Ve­rónica Murguía, quien tam­bién comunicó a escritores y amigos que desde ayer a las 19:00 horas sus restos serían velados en la funeraria Ga­yosso Félix Cuevas.

Hijo de la generación del 68 y autor de poemarios como Cuaderno de noviem­bre (1976), Huellas del civili­zado (1977), Incurable (1987), Historia (1990), El azul en la flama (2002), La calle blan­ca (2006), El ovillo y la brisa (2018), El cristal en la pla­ya (2019), fue galardonado con algunos de los premios más importantes de Méxi­co, como el Carlos Pellicer (1990) y el Xavier Villaurrutia (2005).

Así como el Premio Na­cional de Ciencias y Artes en el campo de Lingüística y Li­teratura (2015), el de la Ex­celencia en las Letras José Emilio Pacheco (2018) y el FIL de Literatura en Lenguas Romances (2019).

Además, fue hijo del poe­ta Efraín Huerta (1914-1982), coordinador de talleres lite­rarios en la UNAM, el INBA y, recientemente, fue nombra­do coordinador de la Cátedra Extraordinaria Octavio Paz, en el memorial dedicado a Octavio Paz en el Colegio de San Ildefonso.

En una entrevista con Ex­célsior por sus 70 años, el vate habló sobre el tema de la muerte: “Creo que en ge­neral me tomo esto de la muerte con bastante tranquilidad. Lo que no tolero y medio me enlo­quece es la muerte de los míos, la gente que quiero. Te imaginarás que a mi edad he per­dido a muchos”.

Por su parte, el tam­bién poeta y traductor Luigi Amara, quien co­noció a Huerta des­de hace un cuarto de siglo, aseveró que además de ser poe­ta era un tipazo, una persona muy generosa y que estaba atento a las nuevas generaciones”.

Y su obra, explicó, “es presidida por Incurable, ese poema inmenso, desbocado, irrepetible, donde se aprecia su desbordamiento poético y pareciera que todo pue­de entrar al poema, es como esa idea mallarmeana de que todo en el mundo existe para entrar en el poema, sólo que David lo entendía como si fuera un caldo primigenio”.

Después de ese libro, apuntó Amara, David hizo una obra más sosegada, lu­minosa, pero de alguien que quiere pertenecer a la tradi­ción, así que se volvió estu­dioso de los poetas del siglo de Oro, de Góngora y de las formas clásicas.

“Creo que hay que desta­car su obra ensayística y sus textos sobre poesía, trayendo al presente a poetas, literatu­ras y formas que ya estaban olvidadas, así como su la­bor crítica, ya que él fue una persona de izquierda y nun­ca estuvo callado frente a lo que no le parecía del actual gobierno, y debemos resca­tar esa valentía, para ser fiel a sus principios y a sus ideales”.

También habló la narra­dora y ensayista Silvia Moli­na. “Como poeta fue grande y así será recordado. Basta­ría leer Incurable o Cuaderno de noviembre. Éramos ami­gos porque nuestros padres lo fueron y eso nos unió. Fui conociendo su sensibilidad y su espíritu juguetón. Era una persona transparente y fiel a sus principios. Adoraba a Ve­rónica (Murguía). Qué triste es despedir a los amigos de toda la vida”, lamentó.

A lo largo del día nume­rosos escritores de México y de otras latitudes recordaron al poeta en redes sociales, como el caso del cubano Antonio Orlando Rodríguez: “(Estoy) consternado y muy, pero muy triste con la pér­dida de David Huerta, enor­me poeta, un ser humano excepcional. Qué privilegio haberlo conocido y ser su amigo. Un gran abrazo para Verónica, su alma gemela. David y Verónica, Verónica y David. Adiós, poeta. En este momento me parece estar oyendo tu risa. Quiero recor­darte así”.

Así como José Homero: “Murió David Huerta, uno de los grandes poetas mexica­nos y de la lengua castellana. Transformó nuestra poesía y la del idioma con una líri­ca que nunca excluyó ni la reflexión ni la lucidez ni el diálogo con otras poéticas, culturas y lenguaje. Enorme pérdida”.

Y Julián Herbert: “Qué fortuna tuvimos quienes pu­dimos estar alguna vez en contacto con la luz que emi­tía David Huerta. Nada nos va a despojar de esa alegría. Ni siquiera esta honda tristeza. Buen viaje, maestro. Siem­pre serás –como bromeába­mos en serio– un poeta de mi generación”.

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