Charlas

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admin 01/10/2022
Updated 2022/10/01 at 8:49 PM

Miguel Ángel Vargas Quiñones
*** El “Infeliz Menón”, un gran ser humano
A principios de la década de los 70, cuando todavía se reporteaba buscando a los funcionarios en sus dependencias o en el campo, donde se encontraran, entre otras, me tocó la fortuna de cubrir para La Voz de Durango, la jefatura de los Servicios Coordinados de Salubridad y Asistencia, que no era otra cosa que la delegación estatal de la SSa.
El viejo caserón que albergaba las oficinas de esta dependencia del gobierno federal, se localiza en calle Victoria casi esquina con avenida 5 de Febrero. Ahora son territorio croquista bajo el mando de la familia Ibarra.
Hasta ese viejo edificio llegaba diario un servidor, libreta en mano, ni pensar en grabadoras mucho menos en los celulares, era una libreta y una buena “Bic” de las que no saben fallar.
El doctor Roberto Tuda Matus era su titular. A los dos o tres reporteros que cubríamos la fuente nos gustaba llegar a buena hora para deleitarnos con la bella presencia de Yolanda, la joven y muy guapa secretaría del funcionario federal.
Cuando el doctor Tuda Matus no se encontraba en la oficina, algunos acostumbrábamos a recorrer otros departamentos de la dependencia para encontrar algo de información. En esa búsqueda tuve la grandísima fortuna de conocer a un colaborador que siempre cargaba con su Kodak profesional, de esas de rollo y que aparecía como parte de un equipo de prensa (ahora Comunicación Social), que nunca existió formalmente.
Excelente charlista y mejor anfitrión don Guillermo Campillo Martos. Güero ojo azul de cerca de un metro y 90 centímetros de estatura. Lo que tenía de alto, lo igualaba de excelente persona.
Tenía otra ventaja para quienes gustábamos de hacer buen periodismo: no era afín al titular de los Servicios Coordinados de Salubridad y Asistencia.
Eso nos favorecía porque siempre nos daba “la otra versión”.
Así que cuando la guapa Yolanda nos pasaba a la oficina del doctor Tuda Matus, ya llevábamos suficientes temas qué cuestionarle.
Siempre hábil, Tuda Matus siempre salía por peteneras, pero gracias al Güero Campillo Martos ya teníamos la verdadera versión.
Ahí se trabó una excelente relación amistosa y profesional, sin pensar que pasados los años estaríamos emparentados políticamente, pues él estaba casado con Emma, la mayor de las Carrete Carvajal y poco tiempo después yo me casaría con la menor de ellas, Consuelo.
Gracias a esa información “extraoficial” en 1974 en plena campaña del candidato priísta, Héctor Mayagoitia Domínguez, pudimos descubrir que cuando este visitaba los “centros de salud”, el doctor Tuda Matus traía mobiliario ambulante que iba instalando en el centro a visitar por el entonces abanderado priísta. Una vez que terminaba la visita, los centros de salud eran desmantelados.
La nota aparecida en el diario La Voz de Durango provocó una enorme irritación en Tuda Matus que esperaba salir en primera plana, pero acompañando al candidato en sus visitas a los centros de salud de Guadalupe Victoria, Dgo.
La nota fue: loa centros de salud, sin mobiliario.
Durante un par meses no recibió al reportero de La Voz de Durango, así que tuve que alimentarme de información proveniente de manera clandestina de Memo Campillo Martos.
Luego esa amistad se consolidó cuando se inició el noviazgo entre mi ahora esposa y un servidor. Ella, la consentida de todas sus cuñadas.
Éramos cómplices y en la parte trasera de su casa, en una especie de corral, hacíamos largas pláticas bohemia, saboreando un delicioso mezcal “curado” con damiana, estafiate, aguacate o yerbabuena.
De él aprendí la frase lapidaria de “para todo mal, mezcal y para todo bien, también”.
Bohemio por naturaleza su imán protector logró reunir en su domicilio a toda la numerosa familia Carrete Carvajal durante cerca de 40 navidades, más de cien comensales que nos turnábamos para ocupar una silla en el comedor en cuya cabecera estaba siempre el “Infeliz Menón”, con su bufanda y su gorrita al estilo Gatsby.
No ir a la comida de Memo el 25 de diciembre, era como no pasar Nochebuena. Ni Navidad.
Siempre amable, siempre bromeando y un asiduo lector del Siglo de Torreón y Contexto de Durango.
Le gustaba estar bien informado.
Siempre fuerte como un roble, desde hace algunos meses su salud se deterioraba, pero nunca su carácter alegre y bonachón.
Hasta el último de sus respiros la mañana de este primer día del mes de octubre de 2022, Memo, el “Infeliz Menón”, irradió cariño, amistad y paternalismo para todos los que directa o indirectamente estuvimos cerca de él.
Descanse en paz, Memo Campillo Martos.
Mis más sinceras condolencias a Emma, su esposa, entregada siempre a su amor; sus hijos Memito, Sergio, Laura, Carmen del Rocío y Pancho, así como a sus nietos, bisnietos, hijos y hijas políticos, cuñadas y demás familiares.

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