Por Gonzalo Martínez
Nueva Delhi está en proceso de recuperación después de enfrentar la ola de calor más extrema que la India haya experimentado hasta la fecha. Aunque el Departamento Meteorológico de la India ha cuestionado la temperatura máxima registrada de 52.9°C, no se descarta por completo su veracidad. La ciudad ha soportado temperaturas máximas que oscilan entre los 45.2°C y los 49.1°C, rozando los límites de la resistencia humana.
Este suceso se produce inmediatamente después de olas de calor extremas en Asia y el Sahel africano.
Los científicos climáticos han advertido durante mucho tiempo sobre la llegada de estos días. La reciente aceleración del calentamiento global significa que estos eventos están ocurriendo antes de lo esperado. Por lo tanto, es imperativo trabajar con mayor ahínco y rapidez para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mitigar el calentamiento global.
Afortunadamente, se espera que las condiciones actuales de la ola de calor en la India mejoren en los próximos días. Sin embargo, es probable que el número de muertes aumente a medida que las personas sucumben a múltiples efectos adversos para la salud. El calor extremo conlleva una serie de impactos devastadores. Casi todas las condiciones de salud crónicas empeoran con la exposición a tales temperaturas.
Los australianos deben estar atentos. No estamos exentos y debemos prepararnos para enfrentar el calor con la misma intensidad. En nuestro caso, la situación podría ser aún más desafiante, ya que la confianza en el aire acondicionado puede crear una falsa sensación de seguridad. No hay garantía de que estos sistemas de enfriamiento sean suficientes para contrarrestar el calor de manera efectiva en nuestros espacios de vida y trabajo, y las redes eléctricas podrían colapsar.
¿Qué efectos tiene el calor extremo en el cuerpo humano? Cuando hace calor, el cuerpo intenta enfriarse mediante la sudoración. Esto implica que la sangre se dirija hacia la superficie de la piel. Los vasos sanguíneos cutáneos se dilatan, lo que provoca una apariencia enrojecida de la piel, pero esto también reduce la presión arterial, lo que obliga al corazón a trabajar más.
Es crucial mantener nuestra temperatura central entre 36 y 37°C. Si el aire circundante está más caliente, los esfuerzos del cuerpo por enfriarse pueden tener el efecto contrario y aumentar la absorción de calor. Este fenómeno se agrava durante el ejercicio, cuando el 80 por ciento de la energía generada por los músculos trabajadores se convierte en calor.
Cuando no podemos liberar ese exceso de calor, nuestra temperatura central aumenta. A nivel celular, esto conlleva daños. La exposición prolongada al calor puede provocar fallas orgánicas y, en última instancia, la muerte.
El concepto de la “temperatura del globo de bulbo húmedo” tiene en cuenta la humedad atmosférica. Una alta humedad significa que el aire ya está saturado de agua, lo que impide que el sudor se evapore de nuestra piel y por lo tanto, limita nuestro mecanismo de enfriamiento.