Por Ángel Castillo
Durango, Dgo.
Ayer por la tarde, una frase publicada por una amiga en redes sociales resonó profundamente en mí: “Sanaré en voz alta porque casi muero en silencio”. Estas palabras, cargadas de emoción y verdad, pertenecen a Selene Montserrat Figueroa, una mujer cuya vida ha sido un viaje de luces y sombras, de éxitos y batallas internas. La encontré en una cancha de baloncesto, después de tiempo sin vernos, y lo que descubrí sobre ella me dejó sin aliento.
Selene, a primera vista, parece una figura de éxito inquebrantable. Es árbitro, jugadora, administradora, y en su momento, reina de belleza. Su vida profesional está llena de logros admirables, pero detrás de esta imagen de fortaleza y éxito, se ocultaba una historia de profundo sufrimiento. Selene ha atravesado una tormenta interna tan oscura que la llevó al borde de la desesperación, y ahora, con una valentía admirable, ha decidido compartir su historia con el mundo.
Durante nuestra conversación, Selene abrió su corazón y expuso la cruda realidad de su batalla contra la depresión. Habló sobre el estigma que rodea a los problemas de salud mental y lo difícil que fue para ella abrirse al mundo. “Todo comenzó cuando dejé de disfrutar el fútbol”, nos cuenta con una sinceridad conmovedora. El fútbol había sido una de sus pasiones más grandes, pero un día, la chispa se apagó.
La emoción que antes sentía al entrenar y competir se transformó en una pesadez abrumadora. Las sesiones de entrenamiento se volvieron una carga, y el amor por el deporte, que una vez la había definido, comenzó a desvanecerse.
Este cambio no solo afectó su rendimiento en el campo, sino que también tuvo un impacto devastador en su vida académica y personal. Selene comenzó a enfrentar dificultades en sus estudios, descuidó su alimentación y su sueño se volvió errático. “Bajé calificaciones, falté a la maestría, dejé de comer bien y no dormía por las noches”, recuerda. Su vida, que antes parecía tener un rumbo claro, empezó a desmoronarse, y la sensación de estar perdida la consumía cada día más.
El miedo y la vergüenza la llevaron a buscar ayuda en solitario. Inicialmente, comenzó a asistir a sesiones de terapia con un psicólogo, pero la situación continuó empeorando. Fue diagnosticada con un cuadro severo de depresión y ansiedad, un diagnóstico que la llevó a ser referida a un psiquiatra.
“Me dijeron que tenía que hablar con mi familia, porque los medicamentos no podían estar en mis manos debido a los pensamientos suicidas que tenía”, explica Selene con una mezcla de tristeza y determinación.
A partir de ese momento, su vida se convirtió en una serie de intentos fallidos de escapar del dolor. Enfrentó varios intentos de suicidio, pero la intervención oportuna de personas cercanas a ella le permitió sobrevivir. Finalmente, después de su cuarto intento, su familia tomó la decisión valiente de ingresarla en una clínica de salud mental. Este fue un punto de inflexión crucial en su proceso de recuperación. Aislada del mundo exterior, incluida su familia, Selene se enfrentó a su enfermedad con una nueva perspectiva. Este período de aislamiento le brindó la oportunidad de entender mejor su dolor y trabajar en su sanación.
A lo largo de su recuperación, el deporte y el arbitraje han jugado un papel vital. Aunque Selene reconoce que no siempre ha encontrado en ellos una solución perfecta, estos espacios le han proporcionado un enfoque y un sentido de propósito. “No siempre me siento bien, pero cada entrenamiento es una oportunidad para dar lo mejor de mí, disfrutar el presente y valorar cada paso que doy”, reflexiona. Su disciplina y pasión por el deporte se han convertido en una forma de escapar de la ansiedad, al menos temporalmente, y de encontrar una fuente de fortaleza y autoconfianza.
El proceso de sanación de Selene ha sido largo y complejo, pero ha aprendido a valorar cada pequeño logro y a no dejarse consumir por la búsqueda constante de más. Aunque no siempre se siente bien, Selene se esfuerza por dar lo mejor de sí en cada entrenamiento, motivada no por las expectativas externas, sino por su deseo interno de ser mejor.
La red de apoyo que Selene ha tenido, compuesta por su familia y amigos, ha sido crucial en su proceso de recuperación. Reconoce que no siempre está al cien por ciento, pero cuenta con las herramientas necesarias para levantarse y seguir adelante. Aunque ha enfrentado días oscuros y momentos en los que no podía siquiera levantarse de la cama, ha aprendido a sobrellevar estas emociones gracias a la terapia y al amor incondicional de quienes la rodean.
En una reflexión profunda y conmovedora, Selene compartió su experiencia durante el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, el 10 de septiembre. Decidió usar su plataforma para romper el silencio y exponer la verdad sobre su lucha con la salud mental. A través de las redes sociales, la imagen de su vida como reina de belleza y árbitro contrastó con la profunda batalla interna que enfrentó. Al contar su historia, Selene busca ofrecer esperanza a aquellos que atraviesan dificultades similares y demostrar que, aunque el camino hacia la sanación no es lineal ni fácil, es posible encontrar la felicidad.
Selene ha transformado su dolor en un mensaje de resiliencia y esperanza. Su experiencia demuestra que tocar fondo puede ser un proceso doloroso, pero también es una oportunidad para reencontrarse y crecer. En lugar de permitir que las expectativas sociales o familiares definan su vida, ha aprendido a conocerse a sí misma y a tomar decisiones desde un lugar de autenticidad y autoconocimiento.
Finalmente, Selene hace un llamado a la sociedad para que sea más empática, menos crítica y más comprensiva con las luchas internas que cada persona pueda estar enfrentando. Nos recuerda que todos lidiamos con batallas diferentes, y que el apoyo y la comprensión son esenciales para superar las dificultades. Selene invita a cualquiera que esté pasando por un mal momento a contactarla, ofreciendo su apoyo y la posibilidad de compartir los recursos que le han ayudado en su proceso de recuperación.
En su valentía y sinceridad, Selene nos enseña que la sanación comienza cuando hablamos en voz alta sobre nuestras luchas, y que, al hacerlo, podemos encontrar la fuerza para seguir adelante y ayudar a otros en su camino hacia la esperanza. Su historia es un testimonio de la capacidad de superar el dolor y encontrar la luz, incluso en los momentos más oscuros.