Por Alejandra Alvarado Fernández
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¿Sabe todo lo que tuvo que pasar para que en nuestro país se les permitiera votar a las mujeres?
Los movimientos femeniles en busca del derecho al voto iniciaron a finales de los años 1700 y principios de los 1800 en Francia e Inglaterra con Mary Wollstonecraft quien es considerada como la primer feminista y pionera en la defensa de los derechos de la mujer al afirmar que si la mujer era más débil o menos hábil para los asuntos públicos, no se debía a ninguna inferioridad congénita, sino a que simplemente no se le permitía acceder a la educación en igualdad de condiciones que los hombres. Por supuesto este pensamiento fue rechazado pues lo que en aquel tiempo se creía firmemente es que las mujeres por naturaleza sólo servían para ser madres.
Estos movimientos llegaron a México durante el porfiriato a partir del año 1887 con la revista “Las Violetas del Anáhuac” la cual era escrita por mujeres y tenía ya las ideas que en Europa habían nacido de considerar a las mujeres con las mismas capacidades intelectuales que los hombres y que si había deficiencias femeninas era únicamente por la falta de acceso a la educación. En esos años Carmen Romero Rubio, esposa de Porfirio Díaz, inauguró instituciones educativas para las mujeres.
La lucha por otorgar igualdades políticas a las mujeres inició con la Revolución Mexicana. En 1916 se llevó a cabo el Primer Congreso Feminista de Yucatán donde los grupos feministas del país reclamaron igualdad, educación y ciudadanía.
En consecuencia, Yucatán fue el primer estado en reconocer el voto de la mujer en 1923 resultando electa la primer diputada local, Elvia Carrillo Puerto, quien ejerció el poder por dos años y después, se dice que renunció debido a amenazas de muerte y decidió cambiar su residencia al estado de San Luis Potosí en donde nuevamente fue electa al obtener la mayoría de votos, pero el Colegio Electoral no reconoció su triunfo.
Entre 1935 y 1936, mujeres del partido oficial conformaron el Frente Único Pro Derechos de la Mujer y más adelante fue creado el Departamento Autónomo de la Mujer en la Confederación Campesina Mexicana (CCM) hoy Confederación Nacional Campesina (CNC), sin embargo el sufragio femenil no llegaba.
Luego, en 1937 el presidente Lázaro Cárdenas envió un proyecto de Reforma Constitucional al Congreso en la que se otorgaba el voto a la mujer, el proyecto fue aprobado por ambas cámaras sin embargo esto no bastó para que la propuesta presidencial se convirtiera en ley.
Fue hasta 1952 cuando Adolfo Ruiz Cortines siendo candidato a la Presidencia de la República hizo la promesa de dar a las mujeres el derecho al voto para elegir a sus representantes y ser elegidas a nivel federal.
Y finalmente el día 17 de octubre de 1953 llegó el sufragio femenil a México en el mandato del presidente Adolfo Ruiz Cortines, publicándose en el Diario Oficial de la Federación (DOF) la reforma al artículo 34 Constitucional, reconociendo así la ciudadanía a las mujeres y con esto el pleno derecho al voto, mismo derecho que fue ejercido el 3 de julio de 1955 en las elecciones a diputados federales.
Sin embargo, actualmente son pocas las mujeres que han ejercido un puesto político alto, para el 2016 solamente tres mujeres habían llegado a ser gobernadoras. En ese mismo año nosotras (las mujeres) nos encontrábamos presentes en las estructuras del poder y toma de decisiones con poco más del 36% en diputaciones federales y 34% en el Senado de la República; mientras que en los congresos locales la participación es del 23% y sólo el 6.8%en los gobiernos municipales. Y algo me dice que mucho de eso tiene que ver con la reforma al artículo 41 Constitucional que exige la paridad de género para todas las organizaciones políticas, ya que los partidos políticos se ven obligados a tener a mujeres como candidatas para puestos de elección popular.
Las mujeres ocupamos aproximadamente el 52% de la lista nominal, entonces ¿cómo es posible que sean tan pocas las mujeres ejerciendo puestos políticos altos? Esto quiere decir que ni las mismas mujeres votamos por nosotras y me pregunto yo, ¿verdaderamente avanzamos?
Sí, estoy de acuerdo que se dio un gran paso al permitir el sufragio femenil, sin embargo, creo que, como sociedad, aún nos queda mucho por evolucionar.