El etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y desde hoy único candidato a seguir siendo su máximo responsable hasta 2027, tomó las riendas de esa agencia en 2017, sin imaginar que tendría que hacer frente a la peor crisis sanitaria en 100 años.
Este microbiólogo y experto en malaria de 56 años, de nacionalidad etíope pero nacido en Asmara (actual capital de la vecina Eritrea), lleva prácticamente dos años compareciendo públicamente al menos una vez por semana, sin apenas descanso, para gestionar la lucha internacional contra COVID-19.
Criticado sobre todo en Washington
La gestión del doctor Tedros Adhanom no ha estado exenta de críticas, a menudo procedentes de Estados Unidos, uno de los principales contribuyentes de la OMS.
El pasado año, el entonces presidente estadounidense Donald Trump acusó a Tedros y a la OMS de haber sido negligentes en los primeros meses de pandemia y de no haber sido más inquisitivos con los datos que aportaba China a principios de 2020 sobre los primeros casos de una enfermedad entonces desconocida.
Esas críticas llevaron a Trump a anunciar la retirada de su país de la OMS, una amenaza que anuló su sucesor, Joe Biden, en su primer día en el cargo, pese a que el actual presidente de EE.UU. sigue presionando a Tedros y a su organización para que investiguen más profundamente los orígenes del coronavirus en Wuhan (China).
Aunque desde Europa algunos líderes, especialmente el pasado año, se unieron en ocasiones a estas críticas, han sido principalmente Estados europeos, entre ellos Francia, Alemania y España, los que han apoyado la candidatura de Tedros a la reelección.
Exministro etíope de Salud (2005-12) y de Asuntos Exteriores (2012-16), Tedros también ha tenido que hacer frente a renovadas presiones para admitir a Taiwán en la OMS, pese a la negativa de China a que eso ocurra.
Al mismo tiempo, la relación con el Gobierno de su propio país se ha enfriado en los últimos meses, por declaraciones públicas en las que Tedros manifestaba su preocupación por la violencia en la región septentrional del Tigray, de la que procede su familia.
Pese a todas estas dificultades, en los últimos dos años Tedros se ha convertido en una de las personalidades más famosas del mundo y una de las caras de la lucha global contra la pandemia, que va camino de alcanzar los 250 millones de contagios y los cinco millones de muertos.
Un 2021 dedicado a las vacunas
Este año en el que el planeta, en contraste con 2020, ya dispone de vacunas contra coronavirus, Tedros y la OMS se han consagrado de forma casi exclusiva a pedir una distribución más equitativa de dosis, con el argumento de que si se dejan grandes áreas del mundo sin vacunar el virus puede mutar a variantes más peligrosas.
El experto etíope insiste desde hace meses en que hay que conseguir vacunar al menos a 40 por ciento de la población de cada país antes de finales de año, y que ese porcentaje debe llegar a 70 por ciento a mediados de 2022, aunque ese objetivo está aún lejos de conseguirse en los países de menos ingresos.
Aunque el COVID-19 casi ha monopolizado su labor al frente de la OMS, este experto, que con frecuencia suele pedir a la comunidad internacional que recuerde las dificultades sanitarias en África, también ha tenido que gestionar otras crisis, como el brote de Ébola en la República Democrática del Congo (2018-20).
El pasado mes una comisión de investigación interna de la OMS reveló que durante la respuesta a ese brote en el Congo se sospecha que trabajadores locales de la organización cometieron abusos sexuales contra mujeres y niñas.
Un escándalo al que Tedros ha respondido con la promesa de reformas estructurales en el seno del organismo para impedir que esos abusos puedan volver a repetirse.
Con información de EFE