María Esther Beltrán Martínez Fotos: Museo del Prado
Madrid, España.- Se reúne por primera vez desde 1833, un conjunto de pintura mural de excepcional importancia y que puede considerarse el gran desconocido del catálogo de Annibale Carracci: los frescos que se conservan de la capilla de la familia de Juan Enríquez de Herrera en la iglesia de Santiago de los Españoles de Roma.
Andrés Úbeda, Director Adjunto de Conservación del Museo Nacional del Prado, explica que la reciente restauración de los siete frescos conservados en el Prado y la colaboración del Museu Nacional d’Art de Catalunya y la Gallerie Nazionali di Arte Antica Palazzo Barberini de Roma han permitido el estudio, conocimiento y puesta en valor del conjunto.
“El extraordinario montaje de la exposición permitirá al visitante recorrer las diferentes alturas de la capilla y recrear su decoración”.
Detalla que en los primeros años del siglo XVII, Annibale Carracci (Bolonia, 1560 – Roma, 1609) se comprometió con Juan Enríquez de Herrera a pintar al fresco la capilla de su familia en la iglesia de Santiago de los Españoles de Roma. Carracci ideó todo el conjunto y llegó a ejecutar algunos frescos antes de que en 1605 sufriera una grave enfermedad que le apartó del proyecto, delegando la ejecución de las pinturas en Francesco Albani. A pesar de que se trata del encargo más importante recibido por Carracci en el final de su carrera, estos frescos, que reproducen escenas de la vida de san Diego de Alcalá, franciscano andaluz fallecido en 1463, son prácticamente desconocidos en su conjunto para el gran público debido, entre otras circunstancias, a su dispersión.
El arranque de las pinturas de los muros de la capilla a causa del deterioro de la iglesia, provocó que, de los diecinueve fragmentos de pintura mural existentes, solo dieciséis llegarán a España (7 fragmentos se conservan en el Museo Nacional del Prado y 9 llegaron a la Reial Acadèmia Catalana de Belles Arts de Sant Jordi desde donde fueron depositados en el MNAC), y los tres restantes se depositarán en la iglesia romana de Santa María de Montserrat, donde no han podido ser localizados. Allí se trasladó también el cuadro del altar, donde hoy continúa.
En la exposición el público verá siete frescos, los primeros son los cuatro trapecios que decoraban la bóveda de la capilla y que narran asuntos relativos a la vida del santo protagonista: San Diego recibe limosna, la Refacción milagrosa, San Diego salva al muchacho dormido en el horno y San Diego recibe el hábito franciscano. Además, tres de los óvalos que se situaban en las pechinas: San Lorenzo, San Francisco y Santiago el Mayor.
Además, otras nueve pinturas murales, las dos que se situaban en el exterior por encima del acceso a la capilla, la Asunción de la Virgen y los Apóstoles alrededor del sepulcro vacío de la Virgen, y otras cuatro, arrancadas de las paredes laterales del interior, la Predicación de san Diego, la Curación de un joven ciego, la Aparición de san Diego en su sepulcro y el Milagro de las rosas.
Junto a estas pinturas se exponen dibujos relacionados, estampas que reproducen los fragmentos perdidos y libros de exequias de los reyes de España donde se reproduce el interior de la iglesia.