Por Geraldo Rosales
Durango, Dgo.
Llegó el domingo y uno a uno de los integrantes fueron llegando al viejo callejón que se ubica cerca del centro histórico y que tiene el nombre “Rebote”, desde niños hasta personas mayores caminaban con su traje de gala café, crema y blanco, con larga capa donde resaltaba la virgen de Guadalupe, a quien se debe su danza, esos sones que por años y años a través de muchas generaciones se han convertido en la esencia de este grupo de danzantes.
Los tambores hacían su presencia, preparando los palos y baquetas que habrían de dar el ritmo a los más de 50 danzantes que se concentraban para el histórico acontecimiento, porque esa danza, se esa noche, no era como las otras, esta danza era muy especial y ellos lo sabían, era la danza de los cien años.
EL ORIGEN
En México, la danza religiosa es una de las más extendidas entre los grupos indígenas, sobre todo en el norte del país y su introducción puede atribuirse a los grupos misioneros, en Durango La danza del Rebote se distingue por su elegancia y su compromiso en fervor de la Virgen de Guadalupe.
Su origen se remonta hasta 1923, año en que Leonardo Hernández, nacido en el poblado Las Nieves, Zacatecas, emigra con su familia a Durango y decide poner los cimientos para crear una de las danzas más emblemáticas de Durango, bautizándola en primer término como la danza del Cerro de Mercado, integrada por trabajadores del este lugar hasta que fueron integrándose vecinos del famoso callejón del Rebote y para convertirse en una de las danzas más tradicionales bajo el nombre de Danza del Rebote.
FIESTA Y CORONACIÓN
Los tambores dieron la señal de reunión cada danzante comenzó a caminar por el tradicional calle, Alejandro Moreno “El Pato” uno de los monarcas de esta danza daba la orden de que las filas se alinearán mientras daban paso al traje que habrían de colocar a la virgen de Guadalupe cómo ritual de cada año y comenzar el primer son.
Mientras bailaban, los danzantes se miraban uno con otro felices, disfrutando su fiesta, todos al parejo mientras los viejos de la danza o monstruos caminaba por en medio, vigilando cada movimiento y asustando a uno que otro despistado del público presente mientras desde el altar la morenita del Tepeyac, la festejada observaba la ofrenda en su honor.
Un pequeño descanso fue un respiro para los bailarines, la noche era larga y la fiesta continuaba, los vecinos con sus sillas fuera de las casas disfrutaban de esta hermosa tradición que por décadas y décadas se realiza, recordado también a muchos integrantes que ya no están y que fueron pilares indispensables la historia de esta danza.
Los sones continuaron y los danzantes seguían con sus mejores pasos al son del tambor para llegar al culmen de la noche con la coronación la virgen y la celebración de la eucaristía y prepararse para el culmen de toda su preparación que es danzar hasta el nuevo Santuario de Guadalupe y dar gracias por todas las bendiciones recibidas, pero sobre todo por llegar a ser desde hoy la centenaria Danza del Rebote.
