Yuriria Sierra
Nudo gordiano
La oposición le ha lanzado guiños desde hace varios meses. Creyeron que la señal se las dio el mismo Cuauhtémoc Cárdenas cuando marcó su línea con la administración de Andrés Manuel López Obrador. El ingeniero ha sido claro en sus críticas contra la marcha de la 4T: lo hizo por el manejo de la pandemia, por los resultados en términos de seguridad, por la permanencia del Ejército en las calles, por mencionar algunos ejemplos.
Cárdenas ostenta la figura de líder moral de la izquierda mexicana, porque lo es. Mucho antes de la llegada de López Obrador al primer plano de la política nacional, él ya había labrado un largo camino, ése que lo llevó a ser el primer candidato opositor con posibilidades, todas, de llegar a la Presidencia, en medio se atravesó la elección más cuestionada de la historia del México moderno. Y la ironía tiene hoy junto a Andrés Manuel a Manuel Bartlett, quien operó aquellos comicios de 1988. Cárdenas es parte de la construcción de la izquierda y la democracia de nuestro país. Él trazó la ruta ideológica que le permitió a López Obrador transitar los últimos años, ¿recuerda, Presidente, cuando lo acompañó a la UNAM en la campaña del 2000?
Sin embargo, lo que se ve desde las ventanas de Palacio Nacional es que el ingeniero se pasó a la banqueta de enfrente, por donde caminan sus adversarios. Hace unos días se anunció la conformación de Mexicolectivo, un frente opositor formado por figuras como Francisco Labastida, excandidato presidencial, y José Narro, exrector de la UNAM. En los adelantos se anunciaba también al ingeniero Cárdenas como parte de este grupo. Hace dos días se presentó oficialmente en un evento en el WTC de la CDMX, pero el exjefe de Gobierno no asistió, aunque su nombre seguía mencionándose. La mañana de este martes, en la conferencia en Palacio Nacional y a pregunta expresa, López Obrador marcó su línea con quien fue su compañero de causa, cuando lo cuestionaron sobre esta organización y si la presencia de Cárdenas lo hacía su adversario, el Presidente respondió: “En política, sí, si él asume una postura de este tipo. Lo estimo mucho, lo respeto, lo considero precursor de este movimiento, pero estamos viviendo en un momento de definiciones y esta ancheta está muy angosta, no hay para dónde hacerse, es estar con el pueblo o con la oligarquía. No hay más. No hay justo medio…”.
Hasta Cuauhtémoc Cárdenas. Parece que López Obrador busca quedarse solo. El disenso, así sea de los más cercanos colaboradores o integrantes del círculo cercano, siempre es sano, necesario. Y aunque horas más tarde el ingeniero hizo esta precisión a través de un comunicado publicado en redes sociales: “Informé a quienes me invitaron a conocer de este proyecto y a dar seguimiento a su proceso de elaboración que, a partir de consideraciones de carácter político, no seguiría participando más. Estas son las razones de mi ausencia en el acto celebrado ayer…”, la reacción del Presidente ya estaba ahí, en evidencia.
“En los trabajos dirigidos a este fin, el Congreso puede contar con la más plena seguridad de independencia y estar cierto de que le sirven de custodios todos los estados de la Federación, decididos a conservar a todo trance el orden constitucional, y el gobierno mismo, que con el apoyo de la opinión, persiste en su propósito de reprimir enérgicamente todo conato subversivo de la legalidad…”, palabras expresadas por Benito Juárez el 30 de agosto de 1861, durante la apertura de la sesión extraordinaria del Congreso de la Unión. “Reprimir enérgicamente todo conato subversivo de la legalidad…”, qué lejos del “no me salgan con que la ley es la ley” sentenciado por López Obrador hace no tanto en Palacio Nacional. Y si a Cuauhtémoc Cárdenas ya lo ve como a un adversario, queda claro que, si hasta Juárez lo cuestionara, también lo llamaría conservador…