Yuriria Sierra
Nudo gordiano
Junio dejó una marca imborrable en la historia del clima, al convertirse en el junio más caluroso registrado en el planeta hasta la fecha. Pero este récord no ha sido el único. Los primeros datos difundidos por diversos organismos de observación revelan que julio también ha arrancado rompiendo marcas. En dos ocasiones esta semana se ha batido la temperatura media diaria en la Tierra, alcanzando los 16,9 grados Celsius el lunes y superando los 17 grados el martes. Estas cifras excepcionales nos alertan sobre el calentamiento global que desencadenamos con nuestras emisiones de gases de efecto invernadero y sobre la creciente crisis climática que se manifiesta a través de fenómenos meteorológicos cada vez más extremos y frecuentes. Gran artículo publicado el día de ayer por el diario El País.
A este cambio climático de fondo se ha unido otro fenómeno desconcertante en las últimas semanas: un calentamiento extremo en el Atlántico norte que tiene perplejos a los especialistas. Las condiciones excepcionalmente cálidas en esa región han llevado a que los expertos afirmen estar en “territorio desconocido”. Este fenómeno se suma a las temperaturas récord de la superficie del mar en todo el planeta, que en mayo fueron las más altas registradas para ese mes, seguidas de anomalías aún mayores en junio. El aumento inusual del calor en el Atlántico norte, con temperaturas hasta 1,36 grados por encima del promedio, ha sido atribuido a cambios en la circulación del aire y al impacto del cambio climático debido al aumento de los gases de efecto invernadero.
Estos eventos sin precedentes y los récords que se están rompiendo constantemente nos indican que estamos viviendo en un clima totalmente diferente al de generaciones pasadas. El cambio climático ya no es algo que ocurrirá en el futuro lejano, sino que está sucediendo ahora mismo, afectando nuestras vidas y desafiando nuestra comprensión de lo que es considerado “normal”. Es hora de actuar con urgencia y responsabilidad para frenar esta crisis climática antes de que sea demasiado tarde.
El cambio climático no es un problema del futuro, es una realidad que nos abofetea en el presente y cada vez con mayor fuerza. En los últimos días, hemos sido testigos de estos récords alarmantes que deberían servir como una advertencia urgente para tomar acciones concretas, urgentes y responsables.
Las olas de calor abrasadoras han envuelto el globo, provocando incendios forestales descontrolados, sequías devastadoras y un sufrimiento inimaginable para los seres vivos. Estos eventos extremos no pueden ser ignorados ni minimizados. Son el resultado directo del calentamiento global causado por las actividades humanas.
Porque, adicionalmente a las temperaturas de infierno, otro récord que ha sido batido es el nivel de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera. La concentración de CO2 ha superado las 420 partes por millón, el nivel más alto en millones de años. Este gas de efecto invernadero es el principal responsable del calentamiento del planeta y sus efectos son devastadores. El aumento del CO2 es una señal clara de que nuestras emisiones de gases contaminantes continúan al alza, poniendo en peligro nuestro futuro y el de las generaciones venideras. Si llegamos.
